Hoy, a través del pasaje
bíblico de Lucas 11:37-52, quisiera incomodarles (en amor) y retarles una vez
más, a que esta cuaresma dejemos a un lado algo que es sumamente peligroso en
nuestro caminar de fe. Mis amados/as, es tiempo de dejar a un lado toda APARIENCIA FALSA, de santidad y/o
piedad en nuestra vida.
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Hace unos años atrás, la Asociación Nacional
de Barberos y Productos de Belleza, tuvo su convención anual en la ciudad de
Chicago. Durante la actividad, en una movida publicitaria, los organizadores
del evento fueron con cámaras de TV a uno de los barrios más pobres del área y
encontraron a un hombre deambulante
cuya apariencia física era deprimente. El hombre era todo un desastre: estaba
borracho, sucio, sin afeitar, y con el pelo largo y desarreglado. Con el
propósito de demostrar la calidad de sus productos, los organizadores del
evento de belleza, llevaron a este hombre al hotel donde era la convención y le
dieron un MAKE OVER. Lo bañaron y le lavaron el pelo con los productos más
caros y exclusivos, lo afeitaron, un estilista famoso le cortó el pelo. También,
le pusieron ropa limpia y elegante de la mejor marca. En fin, el hombre quedó
"de película".
Ya cuando la transformación había terminado, los organizadores del evento, presentaron al hombre frente a todos los participantes, y muy orgullosos le dijeron a la multitud: "esto es lo que nuestros productos de belleza pueden hacer por las personas - este hombre está reluciente y estilizado de pies a cabeza". La gente, al ver las fotos del antes y después, aplaudieron eufóricos, y cuenta el artículo que reseñaba el evento que en ese año la actividad rompió todos sus records de ventas de productos de belleza – la movida aparentemente había sido todo un éxito.
Al otro día de la actividad,
el presidente de la Asociación, quiso cenar con el hombre que había recibido el
"make over" para agradecerle, pero le informaron que la misma noche
del evento el hombre había dejado el hotel, aun cuando le habían ofrecido una
suite muy elegante. Preocupado, el presidente de la asociación, envió a sus
empleados a buscarlo, quienes lo encontraron en la misma esquina donde le
habían visto la primera vez: otra vez borracho, sucio, y durmiendo bajo unas
cajas en el callejón. El punto de esta historia es claro, y está al centro de
la enseñanza que Dios tiene para nosotros/as hoy. NO ES SUFICIENTE limpiar a una persona por afuera para que haya un
verdadero cambio en su vida - lo que está adentro es lo que realmente
importa.
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Mis amados/as, tengamos mucho cuidado con conformarnos
con vivir de APARIENCIAS de santidad y piedad. A través del relato que
leímos hoy en el evangelio de Lucas, el Espíritu Santo nos está alertando sobre
el peligro de esta manera de vivir. Entendamos
algo, al Señor NO LE GUSTA que vivamos de APARIENCIAS.
Como nos dice Lucas, Jesús
había ido a cenar a casa de uno de los líderes religiosos de su tiempo, y
escandalizó a todo el mundo al sentarse a la mesa y comenzar a comer sin
haberse lavado las manos como lo exigía los rituales de purificación en la ley
judía. Los fariseos y abogados de la ley que estaban en la fiesta - estaban
simplemente INDIGNADOS. Pero Jesús, al percibir su indignación, les salió al
paso y les reprochó por su afán de que las cosas exteriores estuvieran limpias,
cuando por dentro (en el corazón), sus vidas estaban llenas de maldad - esta
gente eran pintura y capota y na’más; vivían una religión de APARIENCIAS. Paso
seguido, Jesús, les explicó a esta gente (y nos lo recuerda a nosotros/as) lo
que verdaderamente es importante a los ojos de Dios. El versículo 41 dice: "Den más bien a los pobres de lo que
está dentro, y así todo quedará limpio para ustedes".
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A primera vista pudiera ser
que las palabras de Jesús nos confundan pues pudiéramos pensar que nos
limpiamos "al dar a los pobres lo
que tenemos adentro", pero el punto que Jesús estaba tratando de hacer
era mucho más profundo. La pregunta aquí no es que estamos dando – sino ¿qué es lo que tenemos adentro para dar? La
ley de Dios, no tiene nada que ver con manos sucias o tazas limpias, ni mucho menos
con todas las exigencias absurdas que a veces la Iglesia impone en nuestros
días. Lo que Dios espera de su pueblo no son rituales de apariencias
superficiales ni apariencias de pureza. Dios,
lo que esperaba de nosotros, son actos que den testimonio al mundo de la
creciente pureza interior de nuestros corazones rendidos a la autoridad divina.
Los fariseos se limitaban a
lavarse las manos antes de comer como apariencia de pureza, mientras sus
corazones permanecían llenos de maldad y perversidad. Diezmaban del producto de
sus sembradíos (que era bueno y necesario – todavía lo es), pero descuidaban la
justicia y el amor de Dios en sus vidas.
Porque se creían los más importantes, exigían los primeros lugares en la
sinagoga, cuando Dios a lo que nos llama es a la humildad. Creían estar
disfrutando de la vida plenamente, y le hacían pensar a todos que eran los más
santos, cuando en realidad estaban muertos en vida. Peor aún, le imponían una
gran carga a la gente con rituales y reglas estériles que no conducían a nada
bueno delante de Dios - y para colmo, no les ayudan, ni daban buen ejemplo.
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Mis amados/as, cuidado con andar afanados con guardar
APARIENCIAS externas de religiosidad. Cuidado con venir a la
Iglesia y aparentar santidad, para luego regresarnos a nuestras casas a hacer
cosas que sabemos que no agradan a Dios, para colmo andar criticando y juzgando
a los demás en nuestra HIPOCRECIA.
Lo que Dios espera de nosotros, no es fidelidad
ritualista, sino algo que solo brota de lo más profundo de nuestro corazón
cuando nuestras vidas están rendidas a Jesucristo: amor, justicia, misericordia,
humildad, compañerismo y servicio al prójimo. Esto no es nada nuevo - no lo era para los
judíos, ni lo es para nosotros/as. Muy claramente lo declaró el profeta Miqueas
6:8 "¡Ya se te ha declarado lo que
es bueno! Ya se te ha dicho lo que de ti espera el Señor: Practicar la
justicia, amar la misericordia, y
humillarte ante tu Dios".
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Mis amados/as, necesitamos un MAKE OVER...ESPIRITUAL. Es tiempo de
pedirle al Señor que nos cambie - comenzando con aquellas cosas que todavía hay
en nuestro corazón que no le agradan: el orgullo, la avaricia, la envidia, la
hostilidad, la vagancia, entre otras. Hoy, pídele al Espíritu Santo que escudriñe tu
vida y te cambie de adentro hacia afuera (no al revés).
Mis amados, hoy nos podemos
acercar confiadamente a Jesús, pues a diferencia de lo que ocurre cuando el
hombre pretende cambiarnos, cuando es Dios quien está trabajando en nuestras
vidas, el cambio (el "make over"), que ocurre en nosotros, comienza
en lo más profundo de nuestro corazón, y eventualmente impacta TODAS las áreas
de nuestras vidas y nos hace LIBRES de todo lo que nos esclaviza - Aleluya. Si….a
Dios le importa nuestra apariencia exterior - pero más le importa la condición de nuestro corazón. Es tiempo de
quitarnos las máscaras para que podamos vernos claramente ante el espejo de
Dios.
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En esta Cuaresma, deja algo
MALO [como lo es vivir una fe superficial y llena de apariencias], y renuncia
de una vez y por todas, a eso que te limita, para que puedas vivir en la
plenitud que Dios nos ofrece a todos/as, por medio del amor transformador de Jesucristo.
La Biblia dice en Hebreos 12:1-3, "Por
tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de
testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que
nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. 2 Fijemos
la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el
gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella
significaba, y ahora está sentado a la *derecha del trono de Dios. 3 Así,
pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de
los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo.
Así nos ayude Dios
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