Pasaje de la Biblia: Lucas 22:7-20. A nosotros/as nos ha tocada vivir un tiempo donde si algo va a ser BUENO
tiene que ser (entre otras cosas) grande en tamaño y cantidad, sofisticado y
exótico en su apariencia, y exclusivo en su disponibilidad...Ah y muy costoso. Si
no es caro - lo más seguro no es bueno. Por ejemplo, para que una casa sea buena, tiene que
ser grande y elegante. Para que un diamante se le considere hermoso, tiene que
ser grande y exclusivo. Para que un perfume se le considere de calidad, su
fragancia tiene que ser exótica e incomparable.
Por otro lado, está la tecnología. Si el TV va a ser considerado bueno,
tiene que ser de pantalla plana (al menos 60 pulgadas), liviano, con acceso a
la internet y sonido de alta definición. El teléfono, tiene que poder realizar
muchas funciones, tener cámara, y pesar apenas unas cuantas onzas. Y qué decir
de una fiesta. Si va a ser buena, tiene que ser a todo dar. Invitaciones
elaboradas, la decoración tiene que ser exorbitante. Música de escándalo. Comida gourmet. Recordatorios inolvidables.
Pero, hay un PELIGRO MUY GRANDE si nos dejamos arrastrar por esta manera
de pensar y de vivir. Primero, nos vamos a arruinar - porque vivir de esta
manera cuesta mucho dinero. Y segundo, y más importante, tenemos que tener
mucho cuidado pues si pensamos que solo en lo grande y fastuoso podemos encontrar
cosas buenas, nos vamos a pasar la vida ignorando los momentos extraordinarios que
se nos presentan a través de cosas sencillas y ordinarias, y que tal vez parecen
insignificantes a los ojos de algunas personas.
En tu hogar, en tu familia, con tus hijos - en la relación con tu
pareja. La realidad es que para la mayoría de nosotros/as, los mejores
momentos, esos momentos inolvidables, los hemos vivido en la sencillez de una mirada,
una sonrisa, de un abrazo, o una palabra que expresa cariño. ¿Verdad que sí? Lo
mismo ocurre en nuestro caminar con Dios. La mayoría de las veces, no es en lo
grande o fastuoso, sino en lo ordinario y lo sencillo que el Señor se revela a
nuestra vida de manera EXTRAORDINARIA. En un momento de oración, en una palabra
de aliento sencilla, o cuando compartimos el amor de Dios, sirviendo a nuestro
prójimo, Cristo se nos hace presente. Y,
lo que pasa es que a nuestro Dios le gusta hacer de lo ORDINARIO, cosas
EXTRAORDINARIAS.
Como escuchamos en el relato de Éxodo al principio del servicio, una
marca ordinaria con sangre de un cordero fue todo lo que Dios utilizó para
librar de la muerte a Su Pueblo la noche en que el ángel de Jehová pasó por
Egipto. ¿Y qué de Jesús? quien era un experto en hacer de lo ordinario, cosas
extraordinarias. Al principio de su ministerio, Jesús, de unas tinajas de agua,
hizo vino de la más alta calidad. Utilizando algo tan ordinario como una poca
de saliva mezclada con lodo, sano a un ciego. Dos pedazos de pescado y cinco
trozos de pan fueron suficiente para que Jesús alimentara a una multitud de
sobre cinco mil personas. Jesús escogió doce hombres, comúnes y corrientes, para
que le acompañaran, para que aprendieran de Él, y para que luego de su partida,
continuaran su misión de amor y reconciliación. Misión, que hoy, más de 2,500
más tarde, todavía continúa rindiendo un fruto abundante.
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Y que me
dicen de la noche de hoy...una TAN ESPECIAL. De todas las
cosas que pudo haber utilizado el Señor Jesús para que recordáramos Su amor y
sacrificio....UN PEDAZO DE PAN, y UNA COPA QUE CONTIENE EL FRUTO DE LA VID,
compartida en un momento de intimidad con sus discípulos. PAN, que al ser roto,
nos recuerda que por amor a nosotros/as, el cuerpo de nuestro Señor Jesús fue
quebrantado para que hoy en Cristo encontremos restauración. PAN, que todavía
hoy nos recuerda que sólo Jesús puede saciar el hambre de nuestro corazón. Y UNA
COPA, que contiene el fruto de la vid, que nos recuerda que por amor a
nosotros/as, Jesús sufrió y derramó su sangre en una cruz, para que hoy en
Cristo encontremos perdón y salvación para nuestras almas. Un pedazo de Pan, y
una Copa, que todavía hoy nos recuerdan que allá afuera hay un mundo hambriento
y sediento del amor y la esperanza que sólo Jesús puede brindar, y que
nosotros/as, al igual que los primeros discípulos, somos llamados a compartir
con todos sin hacer distinción de personas, las buenas nuevas de Jesucristo te
palabras, Y DE HECHOS.
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DE ALGO ORDINARIO (PAN Y VINO)...TODAVIA HOY DIOS HACE ALGO
EXTRAORDINARIO EN NUESTRAS VIDAS. Cristo, todavía hoy, se hace presente en la
Mesa, a través del Espíritu Santo, para alimentarnos, y para avivar y fortalecer nuestra fe. ALGO
EXTRAORDINARIO el Señor está haciendo en medio nuestro en esta noche. En la
sencillez de este momento. Jesús nos invita a todos y a todas a cenar con El,
grandes y pequeños, ancianos y jóvenes, hombres y mujeres (nadie se queda
afuera), TODOS invitados/as, todos/as bienvenidos/as a esta fiesta con Jesús.
ALGO, SIMPLEMENTE, EXTRAORDINARIO.
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