Lee 1 Juan 4:13-21. Durante este fin de semana muchas personas celebraron
el amor y la amistad con sus parejas, familiares, y/o con sus amistades. Ya fuera
con chocolates, flores, algún regalo especial, o una cena - todo el mundo celebró
el amor.
Aun cuando son tantas las cosas en las que podemos reflexionar sobre el
amor, hay una cualidad muy especial sobre el mismo que quisiera resaltar, para
bendición de nuestras vidas. Esa cualidad es el poder que el amor tiene PARA CAMBIAR - personas, circunstancias,
y nuestra perspectiva de vida. Pero, les aclaro que el amor al que yo me
refiero, no es cualquier amor (no es el amor barato y superficial que nos venden por ahí), El amor
del que les estoy hablando es, nada más y nada menos, que el amor de Dios, en
Cristo Jesús - Aleluya. Amor que es perfecto, eterno, y que tiene la capacidad y
habilidad de cambiarlo TODO.
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No hay nada
que el amor de Dios no pueda cambiar. Por causa del
pecado estábamos muertos, pero hoy Jesucristo nos concede vida, y en
abundancia. Lo que nosotros/as no podíamos hacer por nosotros mismos, Cristo lo
hizo para salvación de nuestras almas. Muy claro no los dice la Biblia en Juan
3:16, que " Dios
nos amó tanto que dio a su único Hijo [Jesucristo], para que todo quienes
creamos en él no nos perdamos, sino que tengamos vida eterna".
El amor de
Dios cambió nuestra realidad de muerte, en nueva vida. Sin
Cristo, somos completamente vulnerables e impotentes ante el maligno y las
circunstancias de la vida. Pero, como el
amor de Dios lo cambia todo, por medio del Espíritu Santo, constantemente, recibimos
la autoridad para resistir lo malo, la sabiduría para hacer lo que es bueno, y la fortaleza para sobrellevar los momentos
difíciles en la vida (Hechos 1:8).
Realmente, el
amor de Dios lo cambia todo: las tinieblas, ante la luz radiante de
Cristo, se disipan. Las tormentas de la vida, a la orden de su voz, se calman.
El enemigo, frente al poder de Jesucristo - no le queda más, sino huir. Es tal
el poder del amor de Dios, que nos dice la Biblia, que todo nos es posible en
Jesucristo que es nuestra fortaleza (Fil 4:13). No hay nada en esta vida, que
el amor de Cristo no pueda conquistar - nada. El amor de Cristo nos sana. El
amor de Cristo nos renueva. El amor de Cristo, nos restaura. El amor de Cristo
trae orden, balance, y plenitud a nuestras vidas.
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Saben, pero
Dios no lo deja ahí. No solo el amor de Jesucristo nos
cambia de adentro hacia afuera, sino que, si se lo permitimos, también nos
impulsa a amar a nuestro prójimo de la misma manera que somos amados/as por el
Señor. Y esto nos permite cumplir con el mandato de nuestro Señor Jesucristo,
de amarnos los unos a otros, como el nos amó. (Jn 13:34).
No sé para ustedes, pero para mí, en medio de nuestras luchas y quebrantos
en el diario vivir, en medio de nuestra debilidad, saber que el amor de Dios
puede cambiarlo todo - ME LLENA DE ESPERANZA.
Entonces, en
tu vida, dale siempre espacio al amor de Dios confiando todo lo que eres a
Jesucristo. Que sea ese amor, lo que moldee tu carácter, y lo
que rija tus valores, y la maneras en la que vives.
En tu hogar,
procura que reine el amor de Cristo. A los que
son casados/as, y/o comparten su vida con alguna persona, hay cosas que tú no
puedes cambiar sobre tu pareja - pero el amor de Dios, si lo puede hacer.
Entonces, asegúrense que Jesús esté en el centro de su relación, y que Su amor,
sea el modelo a seguir.
A los que
están criando, procuren el amor de Cristo en su familia. Diligentemente
siembren en sus hijos la semilla del amor de Dios, y den un buen ejemplo - para
que esa semilla crezca y de buen fruto en su tiempo.
A los más
jóvenes - enamórense de Cristo. Y permítanle al Señor, aun en
su juventud, que los sumerja en el rio
de su Espíritu para que su sentido de identidad y valor no dependa de lo que
dice la gente, sino de lo que Dios declara sobres sus vidas (no tengan en poco
su juventud).
En medio de sus
crisis personales y/o familiares, refúgiense en el amor de Jesucristo, que todo
lo puede. Puede ser que tu pienses que lo que vives no puede
mejorar o resolverse - pero en Cristo - si se puede. Podemos perdonar, dar
nuevas oportunidades, y experimentar el milagro de la reconciliación.
Estas son cosas que no ocurren así porque sí - solo el amor
transformador de Cristo las hace posible.
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Como Iglesia,
asegurémonos que en nuestra congregación NUNCA FALTE
EL AMOR DE CRISTO Y QUE PERMANECEMOS EN SU AMOR. Que si nos van a conocer por
algo en la comunidad, sea porque amamos al Señor sobre todas las otras cosas, y
por el amor que brindamos a los demás, siguiendo el ejemplo de Cristo.
Que nuestra adoración apasionada nos defina como un pueblo que ama al
Señor, y que en todo tiempo exalta el nombre de Jesús. Que siempre haya espacio
en la familia de Dios, para todas las personas que el Señor ama. Que nadie se
quede afuera. Que en vez de perder el tiempo pensando en quien no debería
estar, pongamos nuestras energías en salir a la calle a buscar a quienes todavía
no llegan.
Que nuestro servicio a la comunidad siempre esté impregnado del amor de
Dios, trayendo sanidad, y proveyendo a las necesidades de los que sufren. Que
la manera como nos tratamos, como familia de la fe, como nos exhorta la Biblia
"siempre humildes y amables, pacientes, tolerantes unos con otros en amor"
(Ef 4:2) sea nuestra norma como comunidad de fe. Que por medio de nuestra
generosidad, seamos instrumentos de esperanza y transformación, aquí en nuestra
comunidad y alrededor de todo el mundo por medio de la conexión metodista. Si
vivimos de esta manera, seremos testigos a la gente a nuestro alrededor de este
gran amor - y como resultado sus vidas también serán transformadas por el amor
de Jesucristo.
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En este día que estamos celebrando el amor de Jesucristo - abramos
nuestros corazones al amor que todo lo puede y que todo lo cambia. Abramos
nuestras vidas a ese amor que nos transforma en personas pacientes y
bondadosas. Humildes, amables, que tenemos control sobre nuestras emociones y
que perdonamos y pedimos perdón. Abramos nuestras vidas a ese amor que no nos
permite permanecer callados en medio de la injusticia y que se deleita en la
verdad de Dios (1 Cor 13:4-7). Abramos nuestras vidas, a ese amor que en medio
de los problemas, nos provee dirección y sabiduría para que podamos enfrentarlos con dignidad y superarlos. Y si
hubiera alguien que todavía no vive en este amor - la invitación es a que
reconozcas tu necesidad e insuficiencia, y con humildad, le pidas al Señor
Jesús que sea tu Dios, Señor y Salvador.
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Ahora y siempre, recordemos que el amor de Dios, en Jesucristo - lo
cambia todo.
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