“Dios, gracias por tu amor por mí.
Gracias porque moriste en la cruz del calvario por mi. Gracias porque en ti yo
tengo esperanza. Te pido que en este día bendigas todo lo que yo haga. Prospera
el trabajo de mis manos. Ayúdame a resolver mis problemas. Concédeme los
anhelos de mi corazón. Cambia a toda la gente que me trata de hacer daño, Provee a mis necesidades. Líbrame de
tentaciones, y ayúdame a vivir en tu victoria. En el nombre de Jesús, mi
Salvador – Amén”.
A primera vista, la oración que acabo de compartirles pudiera parecernos
hermosa, ¿verdad? De hecho, algunos pudieran hasta decir, “se parece mucho a la
forma en que yo oro”. Otros/as, tal vez pensaron, “que bueno sería si yo
pudiera orar así”, pues pensamos que nuestra vida sería mucho mejor si
pudiéramos orar con tanta elocuencia y apertura delante de Dios. Pero saben
algo: HAY ALGO QUE ESTA MUY MAL en esta plegaria a Dios. ¿Alguien se dio
cuenta? ¿Saben lo que está mal? Sencillo, esta oración tiene demasiado YO.
Esta oración cuan hermosa se oye, solo sería perfecta, si yo fuera la
única persona en el mundo, o si viviéramos en una burbuja donde nada y nadie
más importara.
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A nosotros/as nos ha tocado vivir en la era DEL YO. La sociedad de hoy opera
bajo el principio de: “Primero yo, segundo yo, tercero yo…y si sobra algo – ME
TOCA A MI TAMBIEN”. Cada vez, vemos MENOS personas preocupándose por las
necesidades de los demás. El sistema económico en el que se sostiene este país,
está diseñado alrededor de la mentalidad del Yo – se trata de cuanto YO pueda
acumular. El ambiente político que rige las esferas del gobierno, siempre
pregunta: como me beneficia a MI, o me afecta a MI, cuando se toman decisiones
– dejando atrás la visión bíblica de procurar el BIEN COMUN.
Y como si
todo esto no fuera suficientemente malo, pareciera que este mal social ha
encontrado lugar, incluso en la Iglesia de Jesucristo.
La gente solo quiere oración por ellos/as. Esperan que la iglesia solo provea a
SUS NECESIDADES. Tenga los programas que ELLOS quieren. Que venga la gente, que
a ELLOS LES GUSTA. Yo, yo, yo – se trata solo de MÍ.
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Ante esta preocupante realidad (que existe, aun si no lo queremos
reconocer), es muy importante que consideramos con mucha atención el pasaje
bíblico de 1 Timoteo 2:1-7, donde el Apóstol Pablo compartió una palabra de
instrucción con su pupilo, Timoteo. Pareciera ser que aun cuando los tiempos
eran muy diferentes, las problemáticas eran similares (el egoísmo y Yoismo se
estaba manifestando en la Iglesia temprana), y ante esa realidad Pablo le dijo
a Timoteo, que era importante que en la vida de la Iglesia, como dice el
versículo (1): “… ante todo, se hicieran
plegarias, oraciones, súplicas y acciones de gracias por TODOS…”.
Es muy importante que sepamos que en lo que respecta a Dios, en lo que
respecta a nuestra vida de oración – no se trata solo de ti, no se trata solo
de unas cuantas personas, SE TRATA DE TODOS/AS. La expectativa de Dios para
nosotros/as, como discípulos de Jesucristo, es que nos mantengamos en constante
comunicación con el El, a través de la oración, y que cuando oremos,
individual, y colectivamente, intercedamos los unos por los otros.
Dios espera que en oración, demos gracias a Dios por las cosas buenas
que les pasan a los demás. Que en oración, elevemos súplicas por quienes
sufren, y tienen necesidades. Dios espera que salgamos de nuestras burbujas, y
nos identifiquemos con el dolor ajeno. Que oremos por nuestros familiares y
amigos. Que oremos por nuestros compañeros de trabajo y nuestros jefes (no
importando lo malos que sean). Que oremos por los líderes de la Iglesia, por el
pastor – que constantemente están trabajando en nuestro favor.
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Inmediatamente, Pablo expande este concepto de la oración de intercesión
y su importancia en nuestro diario vivir. No solo debemos orar por las personas
que son parte de la comunidad de fe, sino que también le dijo Pablo a Timoteo
en el vs (2): “oren por los gobernantes y
por todas las autoridades…”. Como aprendimos hace unas semanas atrás – tú y
yo somos embajadores del Reino de Dios, y tenemos una gran responsabilidad que
cumplir.
¿Cuándo fue la última vez que oraste por el alcalde de la ciudad. Por el
Consejo Municipal. ¿Por los Policías? ¿Por la Junta Educativa del Condado?
¿Cuándo fue la última vez que oraste a Dios a favor del gobernador Christie?
(no para que lo partiera un rayo, sino para que Dios lo bendiga, le de
sabiduría y prospere el trabajo de sus manos). ¿Qué del Congreso…o del Presidente? Y esto no
lo hacemos “por hacerlo”. El versículo (2) nos aclara cual es la bendición que
provoca la oración de intercesión en las esferas gubernamentales y sociales.
Pablo le dijo a Timoteo: oren…clamen, supliquen por los demás para que “tengamos paz y tranquilidad, y llevemos una
vida piadosa y digna”. Dios no nos está pidiendo que estemos de acuerdo con
los políticos: pero demanda que oremos por ellos…procurando la bendición de
Dios en sus vidas. Porque en gran manera, de que ellos/as sean bendecidos/as –
depende nuestra paz y bienestar común.
¿Tengo que
decir más? La pregunta en este día no es “por quien estás orando”- sino “¿por quién
NO ESTAS ORANDO?” La
voluntad de Dios, como Pablo le aclaró a Timoteo en el vs (4), es que en
Jesucristo TODA LA HUMANIDAD encuentre salvación y plenitud. Entonces, es
tiempo de interceder para que el anhelo de Dios se haga una realidad.
Tenemos que orar, porque no hay nadie que pueda hacer lo que Cristo
puede hacer. No hay político, no hay activista social, no hay artista, que
pueda mover el trono de la gracia, como Cristo Jesús. Por eso Pablo dijo: “…hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres,
Jesucristo hombre, quien dio su vida como rescate por todos”.
Es tiempo de orar. jesús dijo, “Pidan,
y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá. Porque todo el
que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre.”
(Mateo 7:7-8). Pido a Dios que, por medio del Espíritu Santo, ponga en cada uno
de nosotros/as, corazones de intercesión. El deseo y la necesidad de ser
constructores de puentes al cielo, por medio de la oración, a favor de nuestros
hermanos/as en la fe, nuestros líderes, e incluso, a favor de nuestros
enemigos.
El mandato de Dios en este tiempo es: OREMOS POR TODOS/AS.
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