La gran mayoría de las personas cuando comienza un nuevo año, se trazan
resoluciones y metas que quisieran alcanzar para mejorar su calidad de vida. La
gente piensa en todo, desde una dieta para bajar de peso, hasta ser más
organizados, o dejar de comer ciertos alimentos. Otras personas, al reflexionar
en cosas que quisieran cambiar en su vida, piensan en asuntos mucho más serios.
Algunos dicen, "este es el año en que voy a dejar de fumar", o
"este año va a ser el año donde voy a dejar de usar palabras soeces o que
voy a controlar mi mal genio". Otros se proponen y dicen: "este es el
año donde ya la mentira no tendrá lugar en mi vida", "este es el año
donde voy a renunciar a ese vicio que me controla", o "a esa mala costumbre que tanto me
limita y afecta mi relación con las personas a mi alrededor".
Saben, yo admiro mucho a las personas que se trazan resoluciones de
principio de año, pues detrás de sus resoluciones hay un deseo sincero de
mejorar. Pero saben cuál es el problema: que tristemente, para este punto, la
mayoría de las personas han renunciado a sus resoluciones, ya sea porque a este
punto (solo unas semanas de comenzado el año) ya les parece muy difícil
alcanzarlas, o simplemente porque fracasaron en su intento inicial. Si, a penas
este nuevo año está comenzando, y muchas personas YA SE ESTAN DANDO POR
VENCIDAS...ante los retos de la vida...ante la lucha con el pecado.
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El pasaje que leímos hoy, en Juan 8:1-11, nos lleva a considerar un
momento muy hermoso en el ministerio de Jesús que nos trae una palabra de
aliento en este día. Jesús, como nos dice Juan, se encontraba enseñando a la
gente en las afueras del templo, cuando de repente algunos líderes religiosos
le interrumpieron y trajeron delante de El, a una mujer que había sido
sorprendida cometiendo un pecado muy serio. Este pecado era tan serio, que la
ley que regía la vida de los judíos, decía que el castigo por el mismo era LA
MUERTE - la mujer debería ser apedreada, hasta morir.
Jesús, al percibir la arrogancia espiritual de aquellos que estaban
acusando a la mujer, les retó e invitó a los líderes religiosos, a que el que
de ellos no tuviera pecado, lanzara la primera piedra a la mujer. Como era de
esperarse, nadie se atrevió a lanzar piedras a la mujer, y uno a uno se fueron
retirando del lugar. Paso seguido, Jesús le preguntó a la mujer que donde
estaban todos los que la condenaban por su pecado - a lo que ella contesto, que
todos se había ido. Y aquí viene la parte donde quiero que pongamos nuestra
atención hoy....Entonces Jesús le dijo a
la mujer: YO TAMPOCO DE CONDENO...VETE Y NO PEQUES MAS (vs.11). En otras
palabras, Jesús le dijo: Vete y trata otra vez, comienza otra vez.
!Aleluya!
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Saben, todos nosotros, de una manera u otra, le fallamos a Dios. Muchas
veces fracasamos en nuestro anhelo de vivir "como Dios manda". Aun
cuando nos trazamos el objetivo de cambiar, o mejorar - a veces nos quedamos
corto, y volvemos a caer en las conductas y estilos de vidas que nos limitan y
no nos permiten vivir en la plenitud de nuestro Salvador. Y ante la realidad de
nuestro pecado, y nuestra incapacidad de superarlo. Nos desanimamos. Nos
frustramos y, muchas personas hasta se dan por vencidas. Pero saben algo, si nuestras vidas descansan en el amor y la
misericordia de Jesucristo, no hay porque permitirle a las luchas de esta vida
que nos destruyan. Si le has fallado a Dios, si has pecado, contra Dios o
contra alguna persona, si has fracasado en tus planes de mejorar. No todo está
perdido. No tienes que darte por vencido.
A través del pasaje de Juan, nos debe quedar claro a todos/as, que ante la realidad de nuestro pecado, Dios
nos da a todos la oportunidad de tener nuevos comienzos. No importa quién
tú seas, o lo que hayas hecho, nunca es demasiado tarde para recibir el perdón
de Dios y volver a empezar.
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Cuando pienso en el pecado, y su efecto en nuestras vidas - me viene a
la mente la imagen de una computadora que está trancada - debido al mal uso del
usuario. Ya cuando nada más se puede hacer, la única opción es REBUTEAR la
maquina. Cuando uno le da al botón para rebutear
la computadora, aparece una ventana parecida a la imagen que acompaña esta
reflexión, que nos da varias opciones....STAND BY, TURN OFF, RESTART, y CANCEL.
De la misma
manera que el mal uso de una computadora la tranca, y no sirve, el pecado, nos
estanca, nos paraliza, y nuestras vidas terminan perdiendo sentido y propósito. Y
cuando nuestro pecado queda expuesto, Dios, de la misma forma que hizo con la
mujer adultera en el relato de Juan, en vez de condenarnos, nos perdona y nos
ofrece un nuevo comienzo, una nueva oportunidad de tratar de mejorar y superar
lo que nos hace caer.
Entonces, ante la misericordia y el perdón de Dios, ¿cuáles son nuestras
opciones? Bueno, la pantalla de REBUTEAR creo que nos provee nuestras opciones
ante el perdón de Dios. Primero, está la opción de CANCEL, o cancelar.
Tristemente hay personas que menosprecian el amor y perdón de Dios, y vuelven a
sus vidas de pecado y se quedan atorados con su pecado, que eventualmente, si
no recapacitan, puede terminar destruyéndoles.
Luego, tenemos la opción de STANDBY - que nos deja como en un limbo. Eso
pasa mucho a la gente que aun cuando viene a la iglesia, encumbre su pecado, y
pretende hacerle pensar a la gente que todo ya está bien. El problema con
seleccionar la opción de STANDBY, es que como le pasa a la computadora, que
cuando uno la saca de STANDBY, la misma regresa a la última sesión - cuando
ponemos nuestro pecado en STANDBY, tarde o temprano el pecado vuelve a resurgir
y nos afecta grandemente.
También está la opción de TURN OFF, o apagar. Aquí simplemente, nos
cerramos completamente a Dios y nos entregamos de lleno a nuestros pecados -
esta es la peor opción. Finalmente, está
la opción de RESTART, o comenzar otra vez. Y, esta, mis amados/as, es la opción
de Dios. Cuando nosotros confesamos nuestros pecados, Dios, nos dice como a
la mujer en el relato de Juan - "OK, perdonado/a - ahora, empieza otra
vez, haz un mayor esfuerzo, y no peques más".
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Mis amados/as, nuestro Dios, no es un Dios de condena, sino de perdón y
nuevas oportunidades. Ante tu pecado, no te quedes en un limbo, y mucho menos
tomes la horrible decisión de darle la espalda a Dios por miedo a lo que crees
que El hará. Ante la realidad de nuestra
fragilidad, Dios nos ha dado una mejor opción - EL PERDON. Todo lo que
tenemos que hacer es confesar nuestros pecados y errores, y como nos dice la
Biblia en 1 Juan 1:9 " Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y
justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad".
La Biblia nos da testimonio de esta verdad. Lo vemos en el pasaje de hoy
- donde a la mujer en vez de ser condenada a muerte, por medio del perdón, se
le dio otra oportunidad de una vida nueva. También está el arrepentimiento del
ladrón que fue crucificado con Jesús - a quien se le concedió perdón y se le
prometió el paraíso. Que tal la historia del Rey David, quien pecó grandemente
contra Dios, pero cuyo legado de perdón todavía permanece hasta el día de hoy. El
salmista dijo (145:14) dijo " El Señor levanta a los caídos y sostiene a los
agobiados".
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En este día, si reconoces que estás luchando con conductas que te están
llevando a pecar y no te permiten reclamar la plenitud de Cristo en tu vida. Escucha
a Jesucristo que también a ti te dice: "...no te condeno, vete y no peques
más".
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