El pasaje en la Biblia en Marcos 10:17-31, nos lleva a considerar uno de esos temas que a la mayoría de la gente NO le gusta que se hable en la Iglesia - EL DINERO. Lo más seguro algunos de ustedes, aun cuando no se atrevan a admitirlo abiertamente, tan pronto comenzaron a leer esta reflexión se preguntaron para sí mismos "En serio, ¿tenemos que hablar de esto otra vez?”.
Amén
A la pregunta de si¿tenemos que hablar de esto otra vez? la respuesta es SI, mis amad@s. El DINERO es un instrumento muy importante en nuestro diario vivir, y la manera en que nos relacionamos con él mismo puede afectar nuestro destino espiritual. La realidad es, nos guste escucharlo o no escucharlo, que mucha gente son fieles en todas las áreas de su vida cristiana, menos en lo que respecta a sus finanzas. Y lo triste de esto es que, muchas veces creemos que no prestar atención a las enseñanzas de Jesús sobre el manejo del dinero no tendrá un impacto negativo en nuestra relación con Dios, cuando la Biblia claramente nos enseña lo contrario.
Este era el caso del joven rico en el relato de Marcos 10:17-31. Este era un buen hombre. Un fiel practicante de las tradiciones religiosas de su tiempo y a quien Jesús mostró respeto y aprecio por su curiosidad espiritual. En esa ocasión, como nos dice Marcos, el joven se acercó a Jesús para hacerle una pregunta legítima sobre que él debía hacer para merecer la vida eterna. Por lo que ponemos ver en el texto bíblico, este hombre conocía y practicaba sinceramente los Diez Mandamientos, que era el estándar por el cual se medía la moralidad social y religiosa de esos tiempos. Lo más seguro, su pregunta a Jesús estaba tratando de llegar a un punto más profundo – algo le faltaba, él sabía que algo estaba mal en su vida.
Pero, la respuesta de Jesús no era lo que este hombre esperaba escuchar. Jesús, a punto de ser ofensivo, le dijo que si él quería ganar la vida eterna el debía vender todas sus posesiones y dárselas a los pobres y seguirle. La respuesta de Jesús no solo no fue lo que el joven esperaba escuchar, sino también fue más de lo que él pudo aceptar, pues Marcos nos dice, que luego de escuchar a Jesús, el hombre se fue triste.
Mis amad@s, este hombre, a causa de su amor al dinero, se apartó de Jesús. Por eso es que tenemos que hablar de esto otra vez – porque todavía hoy hay muchas cosas que si no tenemos cuidado nos pueden apartar de Jesucristo. El joven en el relato de Marcos, cegado por los beneficios temporeros que sus riquezas materiales le proveían, tristemente perdió su oportunidad, en ese momento, de reclamar los beneficios permanentes de la vida eterna.
Cuanta gente hoy en día descuidan su relación con Dios a causa del dinero. Trabajan más de lo necesario porque desean acumular riquezas materiales, y lo hacen al punto que descuidan aquellas cosas que son verdaderamente importantes: Sobre todas las cosas, su relación con Dios, luego su familia, sus amistades, y su asistencia y participación en la Iglesia. Cuanta gente vive enemistada con la Iglesia, dis porque lo único que querían de ellos, era su dinero, cuando en realidad se trataba de lo contrario - que al igual que el joven rico, lo único que ellos no estaban dispuestos a entregarle a Jesucristo era sus finanzas.
Cuanta gente vive su fe a medias, simplemente porque no han alcanzando un entendimiento saludable, que encuentre su origen en la Biblia, sobre cómo administrar y utilizar su dinero. Cuantos nunca han experimentado el inexplicable gozo que se siente cuando uno sabe que sus finanzas honran a Dios con lo primero y lo mejor. O la alegría que se siente cuando uno sabe que a causa de la generosidad y obediencia que uno exhibe en esta área (a veces haciendo sacrificios) – otras personas son bendecidas. Cuantas personas hay que no saben lo que es tener paz, porque todo en su vida gira alrededor de tener y acumular dinero, y siempre están llenos de estrés, ansiedades y miedos a causa de esta obsesión. Cuantas personas incluso, controladas por su afán de tener, se envuelven en actividades que ponen en peligro su salvación y la estabilidad de sus familias – roban, mienten, engañan, hacen daño a otros – todo porque su amor al dinero les esclaviza.
Muy bien lo dijo el Apóstol Pablo en 1 Timoteo 6:9-11, cuando exclamó con voz de alerta que: “…los que quieren enriquecerse caen en la tentación y se vuelven esclavos de sus muchos deseos. Estos afanes insensatos y dañinos” [dijo Pablo] “hunden a la gente en la ruina y en la destrucción. Porque el amor al dinero es la raíz de toda clase de males. Por codiciarlo, algunos se han desviado de la fe y se han causado muchísimos sinsabores”.
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Y, aun cuando este pasaje de la Biblia a primera vista parece ser una enseñanza directa sobre el lugar que el dinero tiene en nuestras vidas (y lo es), la realidad es que esto es todavía más profundo de lo que a veces pensamos. Esto no se trata tan solo del dinero,sino de todo aquello que se presenta en nuestras vidas como un obstáculo en nuestra relación con Cristo.
Tal vez para algunos de nosotros, el dinero en este momento, sea ese obstáculo que si el Señor nos pidiera que lo sacáramos del camino, igual al hombre del relato en Marcos, nosotros también nos apartaríamos de Jesús. Pero tal vez ese obstáculo que te mantiene alejado de Cristo es un vicio, una costumbre, tu estilo de vida, una relación, tu trabajo, o una obsesión con alcanzar belleza, influencias o poder.
Hay personas que están tan obsesionados con estar lindos, que les parece más lucrativo y beneficioso una hora en el gimnasio, que una hora en la Iglesia, en la presencia de Dios y la compañía de la familia de la fe. Y yo no les estoy diciendo que no procuren estar en buena condición física, o que no aspiren a un mejor trabajo, o que no le dediquen tiempo a esas relaciones que son importantes en sus vidas – aquí el punto es que nada de esto puede usurpar el lugar de Dios en nuestras vidas.
El joven rico en el relato de Marcos no estaba pecando por ser rico, sino por su visión limitada de su fe en Dios y por el valor desmedido que le otorgaba a sus posesiones materiales. Cuidado pueblo amado…cualquier cosa en la que nosotros pongamos nuestra confianza y pensemos que puede salvarnos al punto que estamos dispuestos a descuidar nuestra relación con Cristo es un problema, pues pretende toma el lugar de Dios, y eso, mis amad@s...es idolatría.
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El hombre en el relato bíblico de hoy tenía su confianza puesta en el dinero. El dinero, no la cantidad, sino el lugar que tenía en su vida, le gobernaba y tenía control sobre él. En la vida de este hombre, el dinero se había convertido en el rival de Dios - en aquello que no le permitía una entrega total al Señor.
La pregunta para cada uno de nosotros, hoy, de parte de Dios es: ¿en qué o quién está puesta tu confianza? ¿Qué o quién gobierna y tiene control sobre quien tu eres y lo que tú haces? ¿Qué o quién has permitido se convierta en un rival (un obstáculo) en tu relación con Dios? ¿Qué o quién es lo que no te permite ENTREGARTE COMPLETAMENTE al Señor?
Jesús no quería las riquezas de este hombre, en el relato de Marcos – lo quería a Él, entregado en espíritu alma y cuerpo, al servicio del Reino de Dios. Dios no quiere – ni necesita tu dinero. El te quiere a ti – entregando tu vida, plenamente a Él – a su amor, su poder, y su dirección por medio del Espíritu Santo (tu obediencia y generosidad son parte del fruto de una relación genuina con el Señor).
Qué tal si hoy, en vez de quejarte porque en la iglesia “se habla de dinero” le pides al Señor que te ayude para que puedas honrarlo a través de tus finanzas [y tal vez no será necesario hablar de esto en la Iglesia]. Qué tal si le pides hoy a Jesucristo que lo primero y mejor de ti, y lo que tienes, le pertenezca a El – y solo a El. Qué tal si le entregas al Señor eso que no te está permitiendo vivir en la plenitud de Cristo. Qué tal si hoy, de una vez y por todas, rindes eso que TU SABES, no te permite experimentar la paz de Dios en tu vida – aun eso que parece imposible dejar atrás, sabiendo que TODO ES POSIBLE PARA DIOS. Sabiendo que no hay ninguna flaqueza o debilidad en ti que el PODER RESTAURADOR de Cristo no puede resolver.
Por todo esto, y mucho más, es que tenemos que hablar de esto en la Iglesia. Dios no quiere, ni necesita tu dinero. El te quiere a ti – entregando tu vida, plenamente a Cristo – a su amor, su poder, y su dirección por medio del Espíritu Santo.
Wow! esta si que me dio en el blanco. Tengo que ponerme a trabajar en esta area, pues me parece que esta siendo un obstaculo en mi crecimiento espiritual.
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