El Señor Jesús, en una ocasión mientras exhortaba a la gente sobre la
importancia de discernir las enseñanzas de sus maestros religiosos y las
profecías, dijo: "Por sus frutos los
conocerán." Mateo 7:16.
En Mateo 25:31-40, el Señor Jesús,
respondiendo a la curiosidad de la gente, sobre cómo sería el final de los
tiempos, y como El, como Rey de gloria, reconocería a sus ovejas (sus
verdaderos/as discípulos/as), le compartió a la gente una parábola, o
ilustración sencilla, para ayudarles a entender lo que ocurría en ese día. Jesús, le dijo a la gente, que en ese día, el Rey, como un buen
administrador de rebaño haría, separará las ovejas de las cabras. Las cabras
irán a su izquierda, y las ovejas (aquellos a quienes el identifique como sus
verdaderos seguidores) irán a su derecha. Una vez separadas unas de las otras,
el Rey dirá a las ovejas a su derecha: "Vengan
ustedes, a quienes mi Padre ha bendecido; reciban su herencia, el reino preparado
para ustedes desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y ustedes me
dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; fui forastero, y me dieron
alojamiento; necesité ropa, y me vistieron; estuve enfermo, y me atendieron;
estuve en la cárcel, y me visitaron.” – (que muchas sorpresas habrán en el cielo).
---
Saben, Jesucristo, como la máxima expresión del amor de Dios, vino a sanarnos de la realidad del pecado.
A través de su vida y ministerio, Jesús se dedicó a enseñarnos el lugar que
Dios tiene que tener en nuestras vidas y con qué intensidad tenemos que amarle.
En varias ocasiones, Jesús, le recordó a la gente lo que Dios desde el
principio había declarado, diciéndoles: "Ama
al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con
todas tus fuerzas.” En otras palabras, mis amados/as, Dios demanda, lo
mejor de quienes somos, como nuestra expresión de amor hacia El - nada más. Naturalmente, este amor a Dios no lo vivimos en una burbuja sino que se hace real en la
manera en que amamos a nuestro prójimo. Por eso la ley decía: "Ama a tu
prójimo como a ti mismo.”
Pero, algo estaba mal con la manera que la gente amaba a su prójimo (por
eso el mundo estaba como estaba). Por eso, Jesús elevó este segundo mandato a
un nuevo nivel - mucho más alto, y más excelente. Él le dijo a sus discípulos
(sus ovejas): "Este mandamiento
nuevo les doy: que se amen los unos a los otros. Así como yo los he amado,
también ustedes deben amarse los unos a los otros." (Juan 13:34).
Entonces, la pregunta inmediata y obligatoria luego de este
señalamiento de Jesús, es: ¿cómo
nos amó Jesús? - Romanos 5:8, nos explica este amor. El Apóstol Pablo, dirigiendose a los primeros cristianos dijo: "Pero Dios demuestra su
amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió
por nosotros." Jesús nos amó y ama con amor AGAPE, un amor sacrificial. Un amor que estuvo
dispuesto a dejarlo todo, y darlo todo, para que el propósito de Dios pudiera
ser una realidad para cada uno de nosotros/as.
En esta Navidad, escuchemos a Jesús invitándonos a amar a nuestro prójimo, como El nos ama. Escuchemos a Jesús retándonos a dejar nuestros lugares de comodidad, y a estar dispuestos a dejarlo todo, y darlo todo, para que el propósito de Dios se haga una realidad en la vida de las personas a nuestro alrededor.
Cada uno de nosotros/as, como discípulos/as de Jesucristo, somos
portadores del milagro de la Navidad. El Espíritu Santo, en nosotros/as, es la
misma esencia de la presencia del Cristo Resucitado encarnándose en la
humanidad. Entonces, si vamos a celebrar la verdadera Navidad, celebrar no es
suficiente, también tenemos que vivir en
el amor de Aquel quien es la Navidad.
Como discípulos de Jesucristo, tenemos que estar dispuestos a hacer sacrificios por amor a Dios, y por amor
a las personas a quien Dios ama. Tenemos
que dejar atrás toda timidez y vergüenza. En amor y con humildad de
corazón, tenemos que proclamar las buenas de salvación de Jesucristo a todas
las personas - aun cuando resulte inconveniente. Tenemos que proclamar el Reino de Dios y su justicia, viviendo en
solidaridad con el marginado y denunciando las injusticas que se viven en
nuestra sociedad. Tenemos que desprendernos
de nuestro "YO", y considerar a los demás en todo lo que hacemos
en nuestro diario vivir. Tenemos que
estar dispuestos a ir a los lugares que nadie quiere ir, e identificarnos
con la gente que más sufre en medio nuestro, pues a donde nadie quiere, ahí está Jesús, y con
quienes nadie quiere estar, con ellos/as está Jesús.
---
“Señor, ¿cuándo te vimos
hambriento y te alimentamos, o sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos
como forastero y te dimos alojamiento, o necesitado de ropa y te vestimos? ¿Cuándo
te vimos enfermo o en la cárcel y te visitamos?” El Rey les responderá: “Les
aseguro que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos, aun por el más
pequeño, lo hicieron por mí.”
Como discípulos/as de Jesucristo, en la Navidad y en todo tiempo,
vivamos el llamado de nuestro Señor de amar, como el nos ama, aun si esto
representa tener que hacer sacrificios. Entendiendo que si amar cómo Jesús
quiere que amemos, no nos cuesta, lo más seguro – no estamos viviendo en el amor de
Jesús. El Apóstol Santiago (2:14-17), argumentando con aquellos que creían que
su fe no requería acción les dijo: "Hermanos
míos, ¿de qué le sirve a uno alegar que tiene fe, si no tiene obras? ¿Acaso
podrá salvarlo esa fe? Supongamos que un hermano o una hermana no tienen con
qué vestirse y carecen del alimento diario, y uno de ustedes les dice: «Que les
vaya bien; abríguense y coman hasta saciarse», pero no les da lo necesario para
el cuerpo. ¿De qué servirá eso? Así también la fe por sí sola, si no tiene
obras, está muerta."
En la Navidad es bueno recibir – PERO, la Navidad, en realidad, es
tiempo de DAR. Y como el Apóstol Pablo le aclaró a los primeros cristianos
recordándoles las enseñanzas de Jesús – entendamos hoy que en el DAR, hay mayor
bendición que en el recibir (Hechos 20:35). Y, no damos, ni nos damos, por
obligación – PORQUE DIOS NO OBLIGA. En Éxodo 25:1, encontramos la orden de Dios
para la edificación del tabernáculo de encuentro. Dios le dijo a Moisés: “Ordénales
a los israelitas que me traigan una ofrenda. La deben presentar todos los que sientan deseos de traérmela.” No
es en cualquier DAR, sino en el dar con alegría, que nos encontramos con las bendiciones de Dios, pues como nos dice la Biblia en 2 Corintios 9:2 “Dios
ama al que da con alegría.” El Reino de Dios no se materializa a través de
personas “aptas”, se construye, con la ayuda del Espíritu Santo, a través de
personas que desean ser colaboradores con Cristo.
Tú y yo, somos el pueblo de Dios – el Cuerpo de Cristo, las manos y pies
de Jesús, encomendados con el privilegio de pregonar y vivir el evangelio de la
reconciliación con Dios, y con toda Su creación. Somos portadores/as del
milagro de la Navidad. Nadie lo va a hacer por nosotros/as – Nos toca a ti y a
mí, como Iglesia. Tu y yo somos llamados/as a compartir con el mundo, de
palabras y DE HECHOS, el milagro de la Navidad, en Cristo Jesús.
Así nos ayude Dios.
Comentarios
Publicar un comentario