Hoy, estamos observando, como comunidad de fe, una de las celebraciones
más icónicas de la nación americana - el Día de Acción de Gracias. Un día, donde
desde los principios de esta hermosa tradición, la gente ha tomado tiempo para dar
gracias a Dios y alegrarse por las cosas buenas.
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Damos gracias a Dios por la vida, por la salud, por la provisión, y por
aquellas personas y experiencias que nos han marcado positivamente. Incluso, a veces somos movidos a dar gracias por los momentos no tan
buenos, y aun los malos, porque a través de los mismos nos hacemos sensibles a
las cosas que son verdaderamente importantes en la vida.
Dar gracias a Dios en todo tiempo; alegrarnos siempre por sus bondades; confiar
todo lo que somos al amor de Jesucristo, es algo necesario y muy importante,
si es que queremos experimentar una vida plena en el Señor. Muy bien lo dijo el Apóstol Pablo a la iglesia cristiana en Filipenses
4:4-7, "Alégrense siempre en el
Señor. Insisto: ¡Alégrense!"
Pero, la alegría a la que se refiere la Biblia, no tiene nada que
ver con la "alegría" que muchas veces nos ofrecen por ahí, que es
pasajera y muy frágil. La alegría a la que nos llama el Apóstol Pablo, encuentra su origen en
una relación personal con Jesucristo.
Relación de la cual brota una vida nueva,
llena de esperanza, gracias al incomparable regalo de amor que hemos recibido
de parte de Dios, en Cristo Jesús.
Es una alegría que trasciende los momentos "buenos de la vida"
y es posible, aun en medio de las circunstancias más difíciles. Es una alegría
que va más allá de estos "días especiales", y que se manifiesta todos
los días del año. Esa alegría de la que nos habla la Palabra de Dios, se fortalece, en el
saber que podemos confiar plenamente en el cuidado de nuestro Señor Jesucristo
y compartir con Él, en oración, todas nuestras necesidades y preocupaciones,
sabiendo que Dios nos escucha y actúa en nuestro favor.
Esta alegría, es el fruto que produce nuestra gratitud a Dios por todo y
en todo tiempo.
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Mis amados/as, alegrémonos en el Señor, y seamos agradecidos/as TODOS LOS DIAS, por las cosas
hermosas que el Señor hace en nuestras vidas. No importando en que temporada de tu vida te encuentres, sea otoño,
invierno, primavera o verano: alégrate en el Señor, y se agradecido/a. No
esperes a que lleguen estos días especiales para dar gracias.
- ¿Por qué esperar hasta el día de Navidad para dar gracias a Dios por la esperanza de vida que llegó al mundo en Jesús, si lo podemos hacer todos los días?
- ¿Por qué esperar hasta la Semana Santa, para dar gracias a Dios por el sacrificio que Jesús hizo en la cruz del calvario para darnos salvación, si lo podemos hacer todos los días?
- ¿Por qué, como iglesia, esperar al día de Pentecostés para dar gracias a Dios por la realidad de su presencia hoy a través del Espíritu Santo, si lo podemos hacer todos los días?
- ¿Por qué esperar al Día de San Valentín para dar gracias a las personas que nos aman y tener expresiones de cariño con ellas, si lo podemos hacer todos los días?
- ¿Por qué esperar al Día de las Madres o de los Padres, para dar gracias a Dios por nuestros padres/madres y expresarles amor, si lo podemos hacer todos los días?
- ¿Por qué esperar al día de un cumpleaños, para dar gracias a Dios por la vida de nuestros seres queridos y amistades, si lo podemos hacer todos los días?
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Al final,
entendamos que, una vida consagrada a Jesucristo, donde confiamos todo a Su
amor, e inundada de expresiones de gratitud, es una vida BENDECIDA.
Y, ¿cuál es esa bendición? Pablo concluyó diciendo: "…y la paz de Dios, que sobrepasa todo
entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús."
!Aleluya!
El regalo de Dios cuando entregamos nuestro corazón a Jesucristo, cuando
nos alegramos en El, cuando le confiamos nuestra vida, cuando somos
agradecidos, es Su Paz. Esa paz que solo Dios puede darnos. Esa paz que va más allá de lo que
podamos entender. Esa paz, que es real y posible, en el día bueno - y aun en
las más difíciles circunstancias.
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Hoy, y todos los días- ALEGREMONOS EN EL SEÑOR. Confiemos nuestra vida a
su cuidado - Y SEAMOS AGRADECIDOS: "...y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará nuestros
corazones y pensamientos en Cristo Jesús." - AMEN.
ORACION: Amado Dios, hoy y
siempre, estamos agradecidos/as por tu misericordia y tu inmerecido amor, y por
tus bendiciones y favor sobre nuestras vidas. Gracias por nuestras familias,
amistades, y nuestro hogar. Gracias por la Iglesia, la comunidad redentora. Por
la salud, y tu provisión constante. Gracias por nuestro presente y aun por
nuestro futuro. Todo lo que somos, todo lo que tenemos es tuyo - sin ti somos
nada. En Jesucristo nuestro Señor, Dios y Salvador, oramos y damos gracias -
Amén.
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