Continuamos nuestra jornada de preparación para celebrar la natividad de
nuestro Señor Jesucristo. La época de Adviento es un tiempo muy especial, pues
nos provee la oportunidad de re-construir
una visión más clara sobre lo que VERDADERAMENTE es la Navidad.
La semana pasada, comenzamos esta serie de mensajes sobre la importancia
de Celebrar la Verdadera Navidad, recordando
una verdad elemental, que lamentablemente, olvidamos con frecuencia, y que al
hacerlo, distorsiona completamente la razón por la que celebramos y como nos
preparamos para la Navidad. El Apóstol Juan escribió al principio de su
evangelio (1:14), "...y el Verbo se
hizo hombre y habitó entre nosotros. Y hemos contemplado su gloria, la gloria
que corresponde al Hijo unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad."
Como les comenté la semana pasada, siempre estemos claros/as que JESUCRISTO
ES LA NAVIDAD (nadie más). Sólo a Él celebramos. Su amor, la esperanza que
brota de una relación con Cristo. La paz que solo en El podemos encontrar; y el
gozo (la alegría) que nos produce el amor de Dios, en Cristo Jesús (eso es la
Navidad).
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Ahora bien, una vez estamos claros sobre A QUIEN celebramos en la Navidad, es importante que reflexionemos sobre
otro aspecto: QUE es lo
que deberíamos estar ESPERANDO RECIBIR,
en la Navidad. Díganme una cosa (y sean sinceros/as), usualmente, ¿qué es lo que la gente espera recibir el
Día de Navidad? REGALOS ¿verdad? Las listas son, a veces, interminables. Queremos
lo mejor, lo más elegante, lo más avanzado, lo que está de moda, lo
"último de la avenida". No importando si no lo necesitamos. No
importando si lo vamos a usar o no. No importa si lo podemos pagar o no. El día de Navidad, la mayoría de la gente
QUIERE RECIBIR REGALOS. Y, aun cuando creo que no hay nada malo con regalar o
recibir regalos, este no debe ser nuestro enfoque sobre lo que esperamos
recibir en la Navidad (y lamentablemente lo es para muchas personas), porque la Navidad, no se trata de recibir regalos.
La Navidad se trata de recibir UN MILAGRO.
El pasaje bíblico que escuchamos hoy en Lucas 1:26-38, nos lleva a
considerar el anuncio del nacimiento de
Jesús a María. Este, es un relato muy familiar para la mayoría de
nosotros/as. Tan familiar, que muchas veces al escucharlo, se nos escapa la
esencia del mensaje que el mismo nos comparte: el anuncio del milagro de la
Navidad. La humanidad estaba caminando a la deriva a causa del pecado, pero
en el momento propicio, Dios consciente de nuestra incapacidad de salvarnos a
nosotros/as mismos/as, decidió, por amor, irrumpir en nuestra historia para de
una vez y por todas, a través de Jesucristo quebrantar la autoridad del pecado
sobre nuestras vidas - ese es el milagro de la Navidad. El anuncio del ángel en
si mismo fue milagroso (la experiencia debe haber sido subliminal). La forma en
la que María habría de concebir a Jesús, interrumpiéndose las leyes de la naturaleza,
a través de la intervención del Espíritu Santo, sería un milagro.
Quien Jesús sería...y lo que El haría en favor de la humanidad: su vida, su ministerio, su muerte,
y RESURECCION - sería el milagro de los milagros.
Jesús iba a hacer, a favor de todos/as, lo que NINGUN ser humano jamás hubiera
podido hacer: reconciliar a todo lo creado, con el Padre Celestial. El mismo
(Jesús) lo declaró en su primera aparición pública en el templo. Jesús no vino
al mundo a darnos regalos bonitos que nos hicieran “sentir bien”. Jesús vino a compartirnos el milagro de la
salvación. El dijo a toda voz en el templo: "El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para
anunciar buenas nuevas a los pobres. Me ha enviado a proclamar
libertad a los cautivos y dar vista a los ciegos, a poner en
libertad a los oprimidos, a pregonar el año del favor del Señor."
(Lucas 4:18-19)
La vida de Jesús no sería ordinaria. El no sería un regalo, como los que
tantas veces queremos recibir en la Navidad, que luego de un tiempo pasan de
moda o se rompen. El ángel le dijo a María: “…lo
llamarán Hijo del Altísimo. Dios el Señor le dará el trono de su padre David, y
reinará sobre el pueblo de Jacob para siempre. Su reinado no tendrá fin.” Las
implicaciones de su vida y ministerio, no serían pasajeras, sino eternas. Las
mismas no tendrían un efecto tan solo en unos cuantos, sino que alcanzarían a
toda la humanidad, por todas las generaciones.
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No se trata
de regalos, SE TRATA DE UN MILAGRO. La obsesión
con los regalos no tiene nada que ver con la verdadera Navidad. Eso es un
invento del comercio, producto de la avaricia corporativa, para generar más ganancias
a costas de nuestra debilidad a lo material, y nuestro pobre entendimiento de
lo que realmente celebramos y como lo deberíamos celebrar en esta época. Si tú
quieres recibir regalos, y son algo tan importante para ti, espérate a tu cumpleaños, la Navidad NO
ES TU CUMPLEAÑOS. Es el cumpleaños de
Jesús. No se trata tanto de lo que puedas recibir, sino de lo que YA HAS
RECIBIDO, y puedas compartir con los demás.
Este año yo le dije a mi esposa que no quería que me regalara nada en la
Navidad. En vez, lo que se gastaría en un regalo para mí, le pedí lo diera a la
iglesia como una ofrenda, para que el milagro de Jesucristo continúe haciéndose
una realidad en medio de nuestra comunidad ¿Cuantos/as estarían dispuestos/as a
renunciar a la mitad de sus regalos para poder presentar una ofrenda milagrosa
de navidad? Este es parte del reto de Dios para nosotros/as.
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Hazte esta
pregunta: ¿qué crees pasaría en tu vida, si esta Navidad, en vez de regalos,
pidieras un milagro? Los regalos, solo te producirán una
alegría pasajera (eso si te gustan), pero un milagro de parte de Dios, en
Jesucristo - CAMBIARA TU VIDA PARA SIEMPRE. Esta Navidad, yo no estoy orando a Dios por regalos. Esta Navidad, yo
estoy clamando a Dios por MILAGROS. Estoy clamando por más personas
llegando a los pies de Jesucristo, proclamándole como su único Señor, Dios y
Salvador. Vidas transformadas en el poder del amor de Cristo.
Yo no quiero regalos, yo estoy pidiendo milagros. Familias viviendo en
armonía. Reconciliación en aquellos hogares donde hoy no hay paz. Que menos
niños tengan que vivir la cruel realidad de la pobreza y el maltrato. Que menos
mujeres tengan que experimentar el dolor que produce la violencia doméstica. Que
pare ya en la sociedad y aun dentro de la Iglesia, el discrimen, la opresión y
la falta de equidad. Ya yo no quiero regalos...yo anhelo el milagro de
Jesucristo, transformando a nuestra niñez y juventud. Una nueva generación
consagrada a Cristo amando a Dios sobre todas las cosas y realmente entendiendo
el mandato de Jesús de amar al prójimo como el nos ama.
Yo ya no creo que la Navidad sea tiempo de regalos, sino de milagros. Clamo
a Señor, por una iglesia que se mueva en el poder del Espíritu Santo.
Cristianos/as que proclamen las buenas nuevas de Jesucristo sin vergüenza ni
timidez. Que sirvan al necesitado desprendidamente. Discípulos/as de Jesucristo
que den lo mejor de su vida al Señor. Con prioridades claras y alineadas con
los principios del Reino. Hombres, mujeres, jóvenes, y hasta niños, que al
igual que María, deseen ser instrumentos de bendición, para que el milagro de
Cristo se manifieste en sus vidas y a través de ellos y ellas. Que en vez de
quejas, excusas y pretextos al llamado del Señor respondan: "Aquí está tu
siervo/a, que se cumpla en mi tu voluntad". Cristianos/as que entienden
que, como Jesús dijo, hay mayor bendición en el dar, que en el recibir. Seguidores
de Jesús, que en vez de pasarse todo el tiempo pidiéndole a Dios que les
conteste sus oraciones, se pongan en las manos del Señor: PARA SER LA CONTESTACION A LA ORACION DE LOS QUE SUFREN Y TIENEN
NECESIDAD.
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Al final del día, entendamos que si limitamos nuestra expectativa en
este tiempo, a dar y recibir "regalos", sepamos, que lo más seguro,
dejaremos a un lado la mejor parte: EL
MILAGRO. No sé ustedes, PERO YO ANHELO EL MILAGRO. A Jesucristo reinando en
toda su justicia y majestad en mi vida. Transformándome, moldeándome, santificándome
- y usándome, para bendición de mi prójimo.
La verdadera Navidad es Jesucristo: autor de nuestra fe y esperanza. La
verdadera Navidad, no se trata de regalos, SINO DE UN MILAGRO. No pidamos
regalos - HOY PIDELE AL SEÑOR UN MILAGRO. Y, sabiendo que es lo mejor, no lo
dejes ahí, y pídele también, que en el poder del Espíritu Santo, TU PUEDAS SER
UN MILAGRO DE DIOS para bendición de los demás.
Así nos ayude Dios.
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