Lee: Efesios 4: (13) y 22-32. En mis años de juventud,
recuerdo que llegó un momento donde comencé a preocuparme por mi estatura. Resulta
ser, que yo era uno de los muchachos más pequeños en mi clase en la escuela, y
todo el tiempo me vacilaban, porque según ellos, yo era bajito. Hubo un tiempo
que viví obsesionado con medirme TODOS LOS DIAS, para ver si estaba creciendo –
pues la realidad era que YO QUERIA CRECER A LA ESTATURA de mis compañeros en el
salón de clase. Todos los días yo me encerraba en mi cuarto y me medía,
utilizando una cinta métrica muy parecida a esta (ver foto). Créanme, no era
fácil – medirme todos los días, y por alguna razón sentir que por más que yo
quería NO ESTABA CRECIENDO.
Un buen día, frustrado, le
compartí mi situación al líder de jóvenes en mi Iglesia. Y, todavía recuerdo,
como si fuera hoy, cuando Orlando (un hombre que mide más de seis (6) pies de
alto), me dijo: “Héctor, no te preocupes tanto por cuan alto vas a ser
físicamente – pues con preocuparte, no lograrás ser una pulgada más alto de lo
que serás”. “En vez”, me dijo Orlando “asegúrate que cada día, con la ayuda del
Espíritu Santo, estás creciendo a la estatura de Cristo, que es mucho más
importante que si eres alto o bajito a los ojos de tus amigos”.
Puede ser que a primera vista
la respuesta de Orlando, a algunos/as, les parezca un poco insensible o “muy
espiritual”, dado que cuando esto ocurrió a penas yo era un jovencito, PERO, ¿saben
qué? Esto era exactamente lo que yo necesitaba escuchar en aquel momento. El
tenía razón, por más que yo me preocupara, lo más seguro no había mucho que yo
pudiera hacer para añadir estatura a mi cuerpo natural – pero, aquel día yo
comencé a entender mejor que ser el joven que Dios anhelaba yo fuera, requería
más que ser alto o bajito, o flaquito o musculoso (porque yo también era de los
más flaquitos y enclenques del salón). Después de aquella conversación, yo
recuerdo que Orlando, cada vez que me veía, para animarme en mi caminar
cristiano me preguntaba con una sonrisa en su rostro: “Héctor, ¿estás creciendo?”.
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Saben, esta es una pregunta
MUY IMPORTANTE que como discípulos de Jesucristo nos debemos hacer con
frecuencia. A diferencia de nuestros cuerpos naturales, que como explican los
médicos, llega un momento que dejan de crecer una vez alcanzan la estatura
predeterminada por nuestra configuración genética, nuestro cuerpo ESPIRITUAL (el alma), debe ir
creciendo constantemente a través de nuestra vida hasta llegar a la estatura
esperada por Dios. Y, ¿Cuál es la
estatura a la que espera Dios crezcamos? Bueno, el Apóstol Pablo, le
escribió a los/as primeros cristianos/as en Éfeso, y enseñándoles sobre la
importancia de madurar en la fe, les aclaró que crecer espiritual ERA MUY
IMPORTANTE pues al hacerlo, dijo Pablo en Efesios 4:13 “…llegaremos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios,
a una humanidad perfecta que se conforme a la PLENA estatura de Cristo”.
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Oigan mis amados/as, esto es
cosa seria, crecer espiritualmente, no se trata de conformarnos con venir a la
Iglesia de vez en cuando (cuando nos sobra el tiempo). Crecer y madurar
espiritualmente no se trata necesariamente de aprenderse la Biblia de memoria
(aun cuando no hay nada malo y es muy necesario conocer bien la Palabra de Dios).
Crecer espiritualmente no se trata necesariamente de una forma de vestir o de
cuantas veces tú vengas a la iglesia durante la semana. Madurar espiritualmente, mis amados/as, en realidad, de lo que se
trata, es de procurar una relación personal con Jesucristo que transforme TODO
lo que nosotros/as somos, y que nos ayude a cada día parecernos más a Cristo,
en la manera en que vivimos, en como hablamos, e incluso, hasta como pensamos y
sentimos, en nuestro diario vivir.
Si REALMENTE quieres saber si estás
creciendo, si estás avanzando, si estás progresando en tu proyecto de vida, no
cometas el error de medirte en base a lo que pide la religión, o las
tradiciones – o lo que la sociedad te dice es progreso y avance. Si quieres
saber si estás creciendo como Dios quiere, en humildad, tienes que poner tu
vida bajo la lupa de Dios, y permitirle al Espíritu Santo que de muestre si
estás avanzando, si estás escalando y te encuentras cada día más cerca de la
meta, que es llegar a vivir, como dijo el Apóstol Pablo “conforme a la plena estatura de Cristo”.
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¿Estás creciendo? Saben, Pablo no dejo a la
imaginación de los cristianos en Éfeso, lo que significa vivir a la estatura de
Cristo. El pasaje que consideramos hoy, en los versículos de 22-32 no ayuda a
poner nuestra vida, contra la medida de Cristo, para que podamos ver donde
estamos en la escala de Dios. Primero, como
les dije hace un momento, estemos claros/as que sin una relación transformadora
con Jesucristo, no hay crecimiento, punto. Por eso fue que Pablo dijo que
es necesario: “quitarse el ropaje de la
vieja naturaleza, la cual está corrompida por los deseos engañosos; ser
renovados en la actitud de su mente; y ponerse el ropaje de la nueva
naturaleza, creada a imagen de Dios, en verdadera justicia y santidad”. Ese
es Jesucristo obrando en nosotros/as – el Cordero de Dios que quita el pecado
del mundo. Jesucristo, por medio del Espíritu Santo, renovando la manera que
pensamos; Jesucristo, en nosotros/as, revistiéndonos y ayudándonos a crecer
para que seamos las personas que Dios, en un principio, soñó que fuéramos.
Inmediatamente, Pablo, luego
de aclararnos la centralidad de una relación con Jesucristo, le proveyó a los
Efesios, una lista de cualidades que distinguen a las personas que están
creciendo y procurando vivir a la estatura de Cristo, a la cual yo quiero
presten mucha atención, y miren a ver, si sus vidas están reflejando estás
pruebas de crecimiento en la fe.
La Palabra de Dios nos dice en
Efesios 4:22-32, que las personas que viven CRECIENDO a la estatura de Cristo, como
resultado de una relación constante y creciente con Jesucristo, son personas
que, que entre otras cosas:
- Renuncian a la mentira, y prefieren siempre hablar la verdad (vs 25);
- Que aun cuando en su naturaleza humana sienten coraje, no dan paso a que el mismo, los lleve a pecar contra otras personas con palabras y actos hirientes;
- O permiten que hayan resentimientos sin atender en sus vidas (V26).
- Un discípulo/a de Jesucristo que está CRECIENDO, es una persona íntegra, que respeta lo ajeno; que trabaja honradamente, y que se preocupa y comparte de lo que tiene con los necesitados (vs 28).
- Una persona que está escalando peldaños de fe, tiene una manera sana de hablar, y en su boca NO HAY espacio para palabras ni conversaciones obscenas, por el contrario, siempre tratan que lo que digan sea de bendición para otros (vs29).
- Crecer en Cristo, también implica vivir libres del veneno de la amargura perdonando a quienes les ofenden, y ser personas que mostramos dominio propio y no andamos gritando ni insultando a la gente (vs 31).
- Nuestro crecimiento es obvio cuando nos convertimos en personas bondadosas, compasivas, lentas para criticar, pero rápidas para amar y servir a los demás (vs32).
¿Estás Creciendo? En
este día el Señor nos está invitando a que, en humildad, pongamos nuestras
vidas contra la medida de Cristo, y miremos a ver, si estamos creciendo y
progresando en nuestro caminar de fe. Mira a atrás y compara quien eres hoy con
la persona que eras hace un año, unos meses, unas semanas, unos días atrás, a
ver si puedes ver señales claras del fruto del Espíritu brotando en tu vida,
como resultado de tu relación con Jesucristo.
Si al hacerlo, tu respuesta
es SI – ALEGRATE, y continúa adelante conquistando y escalando peldaños con
Jesús, y no le permitas a nadie que cuestione lo que Dios está haciendo en tu
vida, pues como dice la Biblia, contra el fruto del Espíritu, lo que Dios está
haciendo en nuestra vida, NO HAY LEY que pueda oponerse. Pero, si tu respuesta
es NO, y tal vez, te sientes estancado/a en tu caminar de fe, o como que no
estás avanzando como sabes Dios espera, te invito a que reconozcas tu
condición, y en humildad le pidas al Señor te conceda la gracia para caminar en
pos de este ideal tan hermoso que ha sido puesto delante de nosotros/as hoy.
Órale, en este preciso
momento a Dios, y dile a Jesús: “Ayúdame a deshacerme del ropaje viejo que pesa
y no me permite avanzar en mi caminar de fe; renueva mi mente para que pueda
haber espacio para tu Verdad y sabiduría; y vísteme de Ti, para que cada día
pueda yo crecer, y vivir en tu justicia y santidad”.
Es tiempo de crecer -
¿estás creciendo?
Así nos ayude Dios.
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