Hoy, continuamos reflexionando
juntos/as sobre la importancia de asumir el control de nuestras vidas procurando
el orden de Dios en nuestro diario vivir. Como les he venido diciendo, todos nosotros/as tenemos
un deseo innato y una necesidad de tener orden en nuestras vidas. Esto es parte
del diseño de Dios. Necesitamos orden y control, porque fuimos creados/as a
imagen y semejanza de un Dios de orden. Entonces, no nos debe sorprender, que
cuando perdemos este balance (orden) en nuestras vidas, nos sentimos que vamos
a la deriva y que estamos FUERA DE CONTROL.
La pregunta que continúa delante
de nosotros es: ¿Cómo retomamos y
mantenemos el control de nuestras vidas? Hasta ahora, hemos considerado
tres cosas necesarias si deseamos vivir en control de nuestro destino, sometidos/as
al orden de Dios para nuestras vidas. PRIMERO, si queremos aspirar a tener
control de nuestras vidas, tenemos que ENTREGARLE EL CONTROL A JESUCRISTO. Solo
cuando nos rendimos a Cristo podemos aspirar a vivir en el verdadero y
saludable equilibrio (balance) que Jesucristo hace posible para nosotros/as.
SEGUNDO, si queremos tener
control de nuestras vidas, tenemos que pedirle a Dios nos ayude a ordenar y
tomar control de nuestro tiempo – del Calendario. Con la ayuda del Espíritu
Santo, tenemos que asumir la importante responsabilidad de discernir como
utilizamos nuestro tiempo: saber lo que tenemos que hacer hoy, lo que puede
esperar hasta mañana, y lo que no es necesario hacer en absoluto. Y TERCERO, la
semana pasada, les comenté que si realmente anhelamos vivir dentro del orden de
Dios, tenemos que tomar control - de nuestras relaciones cotidianas. No podemos
vivir nuestra fe dentro de una burbuja. Es crucial que desarrollemos relaciones
saludables con las personas a nuestro alrededor y aprendamos a convivir en
armonía con los demás, pues al hacerlo: El Señor nos concederá bendición y una
vida plena.
Hoy, que estamos celebrando el
Día de Pentecostés, ocasión del nacimiento de la Iglesia por medio del
derramamiento del Espíritu Santo, quisiera que reflexionemos en la siguiente
pregunta como parte de nuestra jornada hacia retomar el control de nuestras
vidas: ¿qué te motiva a venir a la
Iglesia? Estar claros sobre qué es lo que nos motiva a venir a la Iglesia
es SUMAMENTE IMPORTANTE - pues en gran manera, LA ACTITUD con la que nos
acercamos a Dios, determina nuestro crecimiento espiritual como discípulos/as
de Jesucristo.
¿Qué motiva a la gente a venir
a la Iglesia? Por un lado, están las personas que vienen a la Iglesia porque se
ha convertido en parte de su rutina. Es una actividad más en su calendario, y
participan en la vida de la iglesia mecánicamente. Aun cuando están (calentando
un asiento), no se sintonizan con lo que está ocurriendo, ni se aplican lo que
escuchan. También, están los/as que vienen a la iglesia y realizan sus
"funciones religiosas" para complacer y cumplirle a sus esposos/as,
padres/madres, o amistades. Estas personas soportan la experiencia de la
Iglesia para mantener "la paz" en con la persona que la invita. Aun
cuando están, realmente no quisieran
estar, y desde que comienza el servicio, están esperando con ansias locas, el
"amén" final.
Por otro lado, están las
personas que vienen a la Iglesia, para pagar su penitencia por las cosas malas
que han hecho. Viven entregados al pecado durante la semana, llevando cuenta de
sus pecados, decisiones y acciones inmorales y deshonestas, y palabras groseras
- y cuando llega el domingo se dicen a sí mismos: "tengo que ir a la
Iglesia para pagar por los pecados que he cometido. Para ellos/as, venir a la
Iglesia es una transacción donde
pagan con su asistencia los pecados de la semana. Y, al terminar el servicio de
adoración, sienten que la pizarra está limpia, y regresan a enfangarse en el
pecado hasta su próxima visita a la Iglesia. También, aunque no lo crean, hay
personas que vienen a la Iglesia porque no tienen más nada que hacer el domingo
en la mañana - lo hacen para matar el aburrimiento dominical. Porque si hay
algo más que puedan hacer...simplemente NO LOS VEMOS EN LA IGLESIA.
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PERO, HAY OTRO TIPO DE PERSONA – las que asisten a
la Iglesia porque esperan que durante el servicio - ya sea en la lectura de las
Escrituras, el ministerio de la música, los cantos, la danza o alguna parte del
sermón - DIOS provoque algo nuevo en sus corazones. Estas personas llegan a la
Iglesia a dar gracias a Dios por las bendiciones que han recibido, y a celebrar
el amor que llena sus vidas en Cristo Jesús. Estas personas tienen hambre de un
descubrimiento espiritual nuevo que les ayude a comprender más el amor de Dios,
según nos ha sido dado a conocer en Jesucristo, y se nos revela por medio del
Espíritu Santo. En humildad, quieren aprender cómo pueden amar más a Dios y a
su prójimo; como sentirse inspirados a vivir para El a través del servicio; y
como pueden superar aquellas cosas que saben no agradan a Dios y están teniendo
un impacto negativo en sus vidas.
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El mensaje de hoy no se trata
sobre la importancia de asistir a la Iglesia, aun cuando es una parte clave de
nuestro desarrollo como discípulos de Jesucristo, sino sobre la ACTITUD con la que nos acercamos a Dios
- TODOS LOS DIAS. Entendamos que a quien NOS ACERCAMOS cuando venimos a la
Iglesia: no es a la gente, ni a los rituales o las tradiciones. Cuando venimos
a la Iglesia a quien nos estamos acercando es a Jesucristo – Dios, Señor y
Salvador del mundo, ¡Aleluya! Nos acercamos a Jesucristo, que como escribió el
Apóstol a la Iglesia de los Hebreos 4:14-16 "es nuestro gran sumo
sacerdote". Jesucristo, quien por amor a nosotros/as, en el tiempo
oportuno, se despojo de su gloria, y vino a este mundo a mostrarnos plenamente
el amor de Dios.
Jesucristo, quien conoce y
entiende nuestras debilidades, pues el mismo fue tentado en todo, aun cuando no
pecó. Jesucristo, quien nos ofrece gratuitamente su amor y misericordia, y nos
provee todo lo que es necesario para poder enfrentarnos, aun a los momentos más
difíciles que se nos puedan presentar en esta vida. Jesucristo, quien por medio
del Espíritu Santo, nos ofrece la capacidad y el poder, de ser sus testigos en
nuestro diario vivir y todavía se revela a nuestras vidas como lo hizo en el
Día de Pentecostés.
Que cuando la gente te
pregunte por qué vienes a la Iglesia...porque te acercas a Dios, por medio de
Jesucristo - les puedas decir: "lo
hago porque en Jesucristo he encontrado amor, aceptación, misericordia, perdón,
salvación. Me acercó a Jesucristo, porque de El recibo sabiduría para ser la
persona que Dios anhela que yo sea. Me acerco a Jesucristo, porque por medio
del Espíritu Santo, experimento la presencia y el poder de Dios que trae
libertad a mi vida".
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En el Día de Pentecostés, el
anuncio del derramamiento del Espíritu Santo se hizo una realidad, y dio paso
al nacimiento de la Iglesia cristiana. Hoy, nos regocijamos pues este evento
nos confirma que Dios - CUMPLE SUS PROMESAS. En Pentecostés, nos llenamos de
esperanza, pues recordamos que con la ayuda de Dios, por medio del Espíritu
Santo - TODO ES POSIBLE EN NUESTRAS VIDAS. Entonces, utilizando las palabras
del Apóstol en Hebreos 10:22-23, les exhorto a que siempre nos "Acerquemos
a Dios con corazón sincero y con la plena seguridad que da la fe…y a que nos mantengamos
firmes en la esperanza que profesamos, porque fiel es el que hizo la promesa".
Hoy y siempre, acerquémonos a Jesucristo, confiando plenamente en su
amor y misericordia. Procuremos que nuestra relación con Dios no sea un asunto
de 90 minutos una vez a la semana. No limitemos nuestro caminar con Cristo a
unos minutos de devoción cada día. Acerquémonos a Jesucristo todos los días, y
a toda hora. Vivamos en Cristo y para Cristo en el poder del Espíritu Santo,
pues Dios quiere ser parte de cada momento de nuestras vidas.
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Si en este día reconoces, que tal vez, has estado viniendo a la Iglesia
y participando de la comunidad de fe, por las razones equivocadas (o has caído
en una rutina), te invito a que le pidas al Espíritu Santo que reajuste tu
compás y de redirija a un reencuentro con el amor de Dios en Cristo Jesús – en
el poder del Espíritu Santo. Y si todavía no abres tu vida al amor de Jesús –
pido a Dios, este sea el día donde tengas un encuentro transformador en la
presencia del Cristo Resucitado. Que cuando la gente
te pregunte por qué vienes a la Iglesia, ¿por qué Jesucristo? – tú puedas
decir, con el mismo denuedo que lo hizo Pedro, en Pentecostés – "porque en el he encontrado salvación y
vida plena por la eternidad".
Toma Control de tu Vida –
entregándole el control a Jesús.
ORACIÓN: Amado Dios, ayúdanos a siempre estar claros/as en por qué y para que
venimos a la Iglesia. Que al encontrarnos contigo, procuremos siempre la
plenitud de tu amor por medio del hacer del Espíritu Santo en y a través de
nosotros/as. Hoy que celebramos el Día de Pentecostés, sopla con tu presencia y
reaviva la llama de Tu Espíritu en nuestras vidas para que podamos ser testigos
tuyos al mundo, dando testimonio de tu amor transformador, a través de nuestra
manera de vivir. Gracias Dios, porque nos creaste y nos amas
incondicionalmente. Gracias Jesucristo porque en ti hemos encontrado vida
abundante. Gracias Espíritu Santo, porque de ti recibimos la fuerza y el poder,
para vivir en la plenitud de nuestro Creador. Oramos todas estas cosas, en el
nombre de Jesús – Amén.
Pasaje de la Biblia: Hebreos 4:14-16;
10:19-26
05/19/2013 – Iglesia Metodista
Unida Oasis, Pleasantville NJ (USA)
05/19/2013 – FUMC, Ministerio
Hispano Casa de Esperanza, Tuckerton NJ (USA)
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