Llevamos varias semanas aprendiendo juntos sobre un tema muy importante para todos nosotros, como discípulos de Jesucristo. A través del capítulo 6 del libro de Efesios, hemos estado reflexionando sobre como los cristianos nos debemos preparar para enfrentar a las luchas espirituales que se nos presentan todos los días.
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Ya hemos mencionado varios puntos MUY IMPORTANTES. Lo primero, es que cuando enfrentamos dificultades o momentos donde nuestra fe es puesta a prueba tenemos que estar claros sobre quien es nuestro enemigo. Y yo espero que esto ya lo tengamos claro: nuestro enemigo es Satanás, el diablo. No son las personas, no son las circunstancias, no son las enfermedades, no son los problemas – nuestro enemigo es el diablo – quien, como nos aclara la Biblia, dedica toda su existencia a oponerse y a tratar de destruir la obra hermosa que Dios está haciendo en nuestras vidas.
También, mencionamos que si queremos ganar nuestras luchas espirituales tenemos que fortalecer nuestra fe en Jesucristo. No podemos ir a la batalla todos debiluchos y pretender ganar. Si en nuestro diario vivir, no procuramos la fortaleza del Espíritu Santo – cuando tengamos que enfrentarnos a estas batallas (porque tarde o temprano vendrán), lo vamos a hacer en nuestras propias fuerzas – y lo más seguro nos va a ir muy mal, pues esta batalla no la podemos pelear en nuestras fuerzas sino en las fuerzas de Cristo, si es que realmente queremos vencer.
Y, la semana pasada, hablamos sobre la importancia de que al vestirnos con la armadura que Dios nos da - nos pongamos TODAS las piezas y nunca nos las quitemos. Si no tenemos todas las piezas de la armadura que Dios nos ha dado o nos quitamos alguna que nos resulte incomoda – nos hacemos vulnerables a los ataques despiadados del enemigo, a las tentaciones y a las pasiones de este mundo que está corrompido por el pecado.
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Hoy, quisiera que continuemos nuestra preparación como soldados de la feconsiderando, ya en detalle, las primeras tres piezas de la armadura que Dios nos ha provisto para vencer.
El Apóstol Pablo, inspirado por el Espíritu Santo, utilizó en este pasaje de Efesios la vestimenta de un soldado romano para ilustrar aquellas cosas que son necesarias en nuestra vida si deseamos vivir en la victoria de Jesucristo. Y les digo victoria en Jesucristo, porque es indispensable que entendamos que es sólo en Cristo que tenemos victoria. De hecho, cada una de las piezas de las que vamos a hablar en las próximas semanas, son el reflejo de una verdad espiritual sobre quien Jesucristo debe ser para nosotros(as).
Quisiera que la siguiente verdad en voz alta, antes de continuar: Toda la armadura para mi victoria, la tengo en Jesucristo.
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Vamos entonces a Efesios 6:14 para ver cuál es la primera pieza de la armadura de Dios que debemos ponernos. Dice la Biblia en Efesios 6:14 “Manténganse firmes, ceñidos con el cinturón de la verdad...”. El Apóstol Pablo comenzó a enumerar las partes de la armadura de Dios, con el cinturón o correa que los soldados Romanos se ponían alrededor de su cintura. Este cinturón no era común y corriente. Este cinturón no sólo sujetaba parte de la vestidura del soldado sino que también ayudaba a mantener otras piezas de la armadura en su lugar tales como: la corraza y la espada.
Entonces, al reflexionar sobre la verdad espiritual detrás de la ilustración del cinturón de la verdad, entendamos que no podemos lograr nada bueno para el Reino de Dios si nuestras vidas no están ceñidas (sujetadas/amarradas) en la verdad...DE DIOS. Y la palabra griega que Pablo utilizó para “verdad” no se limita a la verdad de la Palabra de Dios que nos es revelada en la Biblia. La misma también se refiere a la honestidad de nuestros corazones y a la pureza de nuestras motivaciones. NO PODEMOS ganar ninguna batalla espiritual si nos las pasamos mintiéndonos primeramente a nosotros mismos, engañando a las personas a nuestro alrededor y huyendo de la dirección del Espíritu Santo.
La verdad de Dios es el fundamento de toda nuestra armadura como cristianos. Si te gusta mentir (o vives esclavizado por la mentira), entiende hoy que tienes que sanar esa área de tu vida inmediatamente. Porque si no el enemigo te va a desviar del plan de Dios para tu vida y eventualmente te puede destruir. En Juan 8:44, Jesús mismo llamó a nuestro enemigo, el padre de la mentira y dijo que ninguna verdad puede ser encontrada en el. El nos miente tratando de destruir nuestra confianza en Dios. Nos miente diciéndonos que no merecemos el amor de Dios. Nos miente diciendo que nuestro pasado antes de Jesús destruye toda posibilidad de un mejor futuro.
Otra táctica de mentira del enemigo es que nos seduce a vivir en complacencia (conformismo) con nuestro pecado. Nos lleva a abusar de la gracia, misericordia y del perdón de nuestro Padre Celestial. El diablo nos dice: “No te preocupes..que la gracia y perdón de Dios son tan grandes – vete y peca un poco hoy que el te va a perdonar. Mira esa revista o página de Internet que dice y enseña cosas que no agradan a Dios”. “Date un trago más o tómate otra cerveza que la borrachera se va con una buena siesta. Fuma, Fantasea con la mujer o el hombre de otra persona. Adultera. Fáltale al respeto a tus hijos. Roba en tu trabajo - si al final del día, el Dios a quien tu sirves es todo amor”. PERO, cuando el enemigo introduce estos pensamientos de pecado nosotros tenemos que rechazarlos con la verdad de Dios. Le tenemos que decir: “Satanás, mi confianza y complacencia están en Dios y solo en Dios – tus mentiras NO ME ENGAÑAN”.
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En la segunda parte del versículo 14, el Apóstol Pablo nos dice que la segunda pieza de la armadura de Dios que tenemos que ponernos es: la coraza de la justicia. Regresando a la armadura de los soldados romanos, la coraza era una pieza que podía hacer la diferencia entre la vida y la muerte. La coraza, la cual estaba hecha de un metal fuerte pero muy liviano, cubría todo el pecho, la espada y los genitales del soldado. El propósito de esta pieza era proteger al soldado de cualquier herida al corazón u otro de los órganos vitales. (Como un chaleco a prueba de balas en nuestros tiempos).
De igual forma, la coraza de la justicia de Dios nos protege de los ataques del enemigo manteniendo nuestros corazones puros y consagrados a Jesucristo. La Biblia nos dice en Romanos 5:19 que a través de Adán todos fuimos ellos pecadores pero que a través de Jesucristo fuimos hechos justos delante de Dios. ¿Y qué significa esto? Mis amados, la presencia de Dios en nosotros, a través del Espíritu Santo es la garantía de vida, de esperanza, y de fuerza en el día difícil porque NO se trata de lo que nosotros podemos hacer – sino de lo que Dios hizo por nosotros.
Cuando usted se pone la coraza de la justicia de Dios usted lo que está haciendo espermitiéndole a Dios manifestar Su justicia en su vida. La justicia de Dios nos lleva a tomar decisiones correctas, ha hablar de una manera digna; nos ayuda a mantenernos santos y puros antes los ataques del enemigo. Cuando nuestra vida esta protegida por la justicia de Dios, las tácticas del diablo no van a prosperar, las tentaciones no van a encontrar lugar en nuestro corazón y nuestros corazones se mantendrán puros en Cristo Jesús - !Aleluya!
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Luego que nos ceñimos con el cinturón de la verdad y nos ponemos la coraza de la justicia de Dios – entonces nos dice Pablo en el versículo 15 que nos tenemos que calzar con la disposición de proclamar el evangelio de Paz. Y esto es muy importante. De nada nos sirve el cinturón y la coraza si nuestros pies están heridos o no pueden funcionar adecuadamente. Imagínese por un momento los terrenos pedregosos de Roma. Piense que sería de los pobres soldados si tuvieran que ir a la guerra descalzos. Somos nosotros cuando pisamos un pedazo de polvo y nos quejamos...el calzado que nos provee Dios es MUY IMPORTANTE. Usar el calzado correcto es vital para la vida del cristiano. Aun cuando hoy en día los zapatos son vistos como algo meramente estético, su verdadero propósito es proteger nuestros pies de heridas que puedan afectar nuestro caminar.
Para un soldado romano tener el calzado adecuado era un asunto de vida o muerte. Las sandalias de guerra de los soldados romanos (caliga) además de proteger los pies, tenían unos clavos en la parte de abajo que se enterraban en la tierra lo que les proveía estabilidad en el campo de batalla (como los spikes que usamos para jugar soccer o béisbol). Esa protección, esa estabilidad ¿donde la encontramos los cristianos? En el evangelio de la Paz. El evangelio nos estabiliza, nos fortalece y nos ayuda a vivir una vida balanceada. Cuando nuestra vida y nuestro caminar descansan en el evangelio, solamente iremos y haremos aquellas cosas en las que sintamos la paz de Dios – esa paz que sobrepasa todo entendimiento humano y que está por encima de cualquier situación o problema.
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Espero que hoy hayamos aprendido que nos ponemos la armadura de Dios primeramente asegurándonos que vivimos en completa honestidad y trasparencia delante del Señor, sabiendo que a Dios no le podemos mentir o engañar. Una vez nuestro cinturón de la verdad está bien apretado, entonces podemos ponernos la coraza de la justicia de Dios la cual nos asegura que nuestros corazones están protegidos en Cristo Jesús. Y luego nos calzamos con el evangelio de la paz de Jesucristo que nos protege y dirige en la paz de Dios en todo momento.
Mis amad@s, es tiempo de VESTIRNOS…PARA VENCER.
Vestid@s para Vencer - Parte 3
Por Revdo. Héctor A. Burgos Núñez
Pasaje de la Biblia: Efesios 6:14-15
COPYRIGHT 2012
09/16/2012 - Iglesia Metodista Unida Oasis, Pleasantville NJ (USA)
09/16/2012 – FUMC, Ministerio Hispano Casa de Esperanza, Tuckerton NJ (USA)
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