"Muchachos, ¿no tienen algo de
comer?, les preguntó Jesús. No, respondieron ellos. Tiren la red a la derecha
de la barca, y pescarán algo. Así lo hicieron, y era tal la cantidad de
pescados que ya no podían sacar la red" (Juan 21:5-6 - NVI).
¿Te gusta ir de pesca? A mí en lo
personal no me llama mucho la atención, pero para muchas personas, pescar, es
una actividad muy placentera – muchos incluso lo practican como un deporte. Otras
personas, van de pesca como un hobby o pasatiempo.
Tengo un amigo que va a pescar al menos 2
veces a la semana. Hace como unos tres años el se tuvo que mudar por motivo de
su trabajo. Recuerdo que cuando él comenzó los preparativos para
su mudanza, estaba más preocupado por encontrar un lago para pescar cerca del
nuevo vecindario al que debía mudarse que de encontrar una casa donde vivir o
una escuela para sus hijos.
En una ocasión, en una de nuestras conversaciones, que
siempre incluyen un relato sobre su última aventura de pesca, o de su más
reciente visita a la tienda de artículos de pesca, yo le pregunté: "¿por qué te
gusta tanto pescar?" La respuesta de mi amigo me pareció muy interesante.
El me dijo que el pescaba solo por la paz y relajamiento que le proveía este
tiempo a la orilla del lago.
A mí me intrigó mucho su respuesta y le tuve que
preguntar nuevamente: ¿qué te gusta ir de pesca, aun cuando no pescas nada? “Sí”, me contestó – de hecho, me dijo: “En
los cinco (5) años que llevo practicando este pasatiempo, nunca he pescado un
solo pez, pero todavía me gusta mucho”. “¿Y no has leído o visto algún programa de TV para ver
si aprendes alguna técnica que te ayude a pescar mejor?” yo seguí
inquiriéndole, “no” me contestó, “yo no necesito ayuda, pues tengo mi propia
técnica y manera de hacer las cosas”. Frustrado le dije: “Cinco años y nunca has agarrado ni
un solo pez, ¿estás loco?”.
Tengo que confesarles algo, a mi no me hace mucho
sentido, ni me parece muy divertido el estar sentado en un bote o en la orilla
de un lago por horas con una caña de pescar y no atrapar tan siquiera un pez. Y mucho menos me agrada que mi amigo no quiera
hacer nada para mejorar, a ver si de vez en cuando se regresa a la casa, aunque
sea con un pescadito pequeño.
---
Mientras leía el pasaje de Juan 21:1-14, y
recordaba esta conversación con mi amigo, me hice una pregunta que quisiera
compartir: ¿Cuántas serán las áreas de nuestras vidas, que aun
cuando sabemos que no estamos dando los frutos esperados (haciendo lo que se
espera de nosotros/as), no estamos haciendo nada para mejorar?
Hay gente que el matrimonio se les está viniendo abajo
y no procuran la ayuda de un consejero matrimonial, y ni tan siquiera se leen
un artículo en temas de relaciones. Cuantos padres/madres, aun cuando están pasando
momentos muy difíciles con sus hijos/as, y a veces sienten que no tienen la más mínima
idea de lo que están haciendo, no buscan ayuda para mejorar su desempeño en tan
importante ministerio.
Cuantas personas y familias hay que viven en una
constante crisis financiera porque no saben administrar correctamente los
recursos monetarios que tienen disponibles, y se niegan a buscar a alguien que
les ayude a crear un presupuesto y les enseñe a pagar sus deudas correctamente. Cuanta gente se la pasan metidas en cuanto lio hay,
porque siempre quieren vivir “a su manera”, sin escuchar consejos de nadie.
Como si lo supieran todo en la vida. Tristemente, cuantos cristianos/as, aun cuando vienen
a la iglesia todas las semanas, no logran dar los frutos que Dios espera de ellos/as,
simplemente porque no prestan atención al consejo de Dios en sus vidas.
---
El Apóstol Juan nos relata que algunos de los
discípulos de Jesús habían pasado toda la noche de pesca sin haber logrado
atrapar tan siquiera un pez. Imagínense,
toda una noche en un bote, tirando las redes, sin atrapar nada. Estos hombres no solamente debieron estar muy cansados
por no dormir en la noche, y por estar tirando y recogiendo las redes, que son
muy pesadas. También, me imagino, que tenían que estar frustrados y hasta
molestos. Parecido como nos pasa a nosotros/as cuando nos vemos en
las crisis que les mencioné hace un momento.
Ya al amanecer, nos comenta Juan, que Jesús se les
apareció a sus discípulos, y desde la orilla del lago les saludo y les preguntó
si habían pescado algo, a lo que ellos respondieron en la negativa: “no,
llevamos toda la noche sin pescar nada”. Al escuchar la respuesta de los discípulos, Jesús les
dijo: ||“Si tiran sus redes al lado
derecho del bote, pescaran muchos peses” ||.
Saben, los discípulos pudieron haber pensado, “¿pero
Jesús se volvió loco? ¿No acaba de escuchar que llevamos toda la noche y no
pescamos nada, y él quiere que volvamos a tirar las redes?” Pero eso no fue lo que ellos hicieron. Nos dice Juan
que los discípulos le hicieron caso a Jesús y cuando tiraron sus redes,
obtuvieron una pesca abundante. ¡Eran tantos los peces, nos aclara Juan, que ni tan
siquiera podían sacar las redes del agua para ponerla en el bote!
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¿Qué hubiera pasado si los discípulos se hubieran negado a seguir el consejo de
Jesús y no hubieran tirado las redes al lado derecho del bote?
Miren, primero (y tomen nota porque esto nos aplica a
nosotros/as también), se hubieran regresado a sus casas con las manos vacías. Y estos pescadores, a diferencia de mi amigo
que pesca como pasatiempo, lo hacían para ganarse la vida, entonces tampoco
hubieran ganado dinero pues no hubieran tenido nada para vender en el mercado.
Segundo, lo más seguro se hubieran pasado el resto del
día todos amargados por la mala experiencia de la noche en el bote.
Y tercero, y más importante, se hubieran perdido la
oportunidad de desayunar con Jesús, el Cristo Resucitado, como nos dice Juan
que hicieron una vez llegaron a la orilla con su abundante pesca.
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Espero que ya estemos capturando el mensaje que Dios
tiene para nosotros/as ¿Qué pasa cuando tú y yo rehusamos hacer las cosas que
Dios nos ha llamado a hacer? ¿Qué pasa cuando insistimos en vivir “a nuestra
forma” aun cuando Dios nos ofrece una mejor manera de vivir?
Tristemente,
echamos a perder la oportunidad de recibir las maravillosas bendiciones que
Dios desea darnos a cada uno de nosotros/as. Vivimos
vidas mediocres (a medias), porque a sabiendas decidimos vivir fuera del propósito
de Dios para nuestras vidas. Propósito, que como nos aclara el Apóstol Pablo, es
bueno para nosotros (Romanos 12:1-3).
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Si hoy te encuentras en un momento en tu vida donde
sientes que estás en la misma condición/situación de los discípulos del relato
en Juan: que estás echando las redes sin
pescar nada, que no estás produciendo frutos, o que tu vida se te está
escapando de las manos sin que logres mucho, presta mucha atención, porque
tengo buenas noticas de parte de Dios para ti.
De la misma manera que Jesús se le apareció a los
discípulos en el relato de Juan, todavía hoy Cristo por medio del Espíritu
Santo, se nos está presentando a cada momento para aconsejarnos y ayudarnos en
nuestro diario vivir. Todavía hoy, si prestamos atención, podemos escuchar a
Jesucristo desde la orilla del lago, dándonos consejos para que seamos mejores
cristianos/as, mejores padres/madres - mejores personas.
Todavía hoy, si
abrimos nuestros corazones, podemos escuchar a Jesús trayendo palabra de
consejo y sabiduría para nuestros matrimonios y relaciones con las personas que
son importantes en nuestra vida. Todavía hoy, si somos sensibles y humildes de
corazón, Dios nos provee una mejor manera de vivir, de administrar nuestras
finanzas, y con herramientas para que podamos enfrentarnos a las luchas de la
vida con una actitud positiva.
Todavía
hoy, el anhelo de Dios es el mismo: que tengamos vidas fructíferas,
productivas y exitosas. Dios todavía anhela que vivamos disfrutando de todas
las bendiciones que El ha reservado para cada uno/a de nosotros/as.
La pregunta es ¿estamos escuchando la voz de Dios? ¿estamos haciendo
caso al consejo de Dios? ¿O caso, cuando Dios nos dice que vayamos a la derecha, por la razón que
sea, caminamos hacia la izquierda? ¿A caso cuando Dios nos dice que es mejor
perdonar que odiar, insistimos en guardar resentimientos en nuestros corazones?
¿A caso cuando Dios nos llama a ser buenos administradores de lo que
tenemos, seguimos malgastando así creándonos problemas financieros? ¿A caso cuando Dios nos invita a amar a nuestro prójimo como nos amamos
a nosotros mismos, insistimos en hacerle daño a las personas que decimos amar?
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La invitación en este día es a que escudriñemos nuestras vidas. A que le
permitamos al Espíritu Santo nos deje ver si estamos siguiendo el consejo de
Dios y viviendo en obediencia a los mandatos de Jesucristo, o si estamos
viviendo “a nuestra manera”. Y si es así, a que recapacitemos, y comencemos a vivir a “la manera de
Dios”. Y aun si piensas que tu manera está bien, recuerda que Dios siempre
tiene algo mejor. No permitas que lo
bueno se convierta en un obstáculo para las cosas mejores que Dios tiene para
tu vida (a esto se le llama conformismo y no agrada a Dios).
Prestemos atención a la voz de Dios y actuemos según el consejo de Jesucristo.
La Biblia nos instruye en Proverbios 3:6, diciendo: “Reconoce a Dios en todos
tus caminos, y él allanará tus sendas”.
Concluyo, compartiendo con ustedes las palabras del salmista, según las
encontramos en el Salmo 1, que dicen: “Dichosas [bendecidas] son las personas
que se deleitan en el consejo de Dios, porque cuando llega el tiempo apropiado,
dan fruto abundante y viven vidas llenas de bendiciones. (Salmo1:1-3 [PAR]).
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