En estos días, estaba hojeando una revista donde
encontré un artículo que daba un sinnúmero de consejos sobre cómo prepararse
para celebrar las navidades sin
estrés o ansiedad. Los consejos que ofrecían eran muy prácticos, por
ejemplo: Decore su hogar durante el día - pues si lo hace por la noche
terminará poniendo más decoraciones de las necesarias (interesante); haga una
lista de regalos y compre solo lo que tenga en su lista; envuelva los regalos
según los compra; no deje el menú para lo último...planifique, y compre sus
ingredientes con tiempo; no llene cada minuto de los días festivos con
actividades y separe tiempo para descansar y compartir en familia, entre otros.
Les confieso que al terminar el artículo, quedé
muy decepcionado, por dos razones principales: Primero, porque no me quedó claro como los
consejos que ofrecían en el artículo garantizan una celebración libre de
estrés y ansiedad – si todas las cosas que mencionaron, son las que
generalmente le causan más ansiedad a la gente. Y segundo, porque el artículo,
en realidad, no consideró aquellas cosas
que realmente no nos permiten disfrutar al máximo la celebración de la
Natividad de nuestro Señor Jesucristo.
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A la luz de este artículo, quisiera compartirles
un consejo (si me lo permiten) que REALMENTE creo nos puede encaminar a
celebrar PLENAMENTE el VERDADERO significado de la Navidad.
En la Biblia, en el pasaje de Mateo 3:1-6, Juan
el Bautista, parecido al artículo de la revista que les mencioné, compartió un
consejo con la gente de su tiempo en preparación, no para la celebración de la
Navidad, sino para el comienzo del ministerio público de Jesús. Juan el Bautista,
tenía una misión muy importante. Él era el hombre de quien el profeta
Isaías habló, diciendo que levantaría su
voz para preparar los corazones de la gente para el cumplimiento de la promesa
del Mesías.
El
mensaje de Juan el Bautista era claro y contundente: ARREPIENTANSE. Sin
mucha decoración, el proclamó a la gente que tenían que preparar sus corazones para
recibir al Mesías, limpiando sus vidas, y procurando el perdón de Dios para sus
pecados. Y lo que pasa es que no hay cosa que nos separe más de Dios, y
de poder CELEBRAR en la Navidad, que un corazón lleno de pecados no confesados.
No podemos celebrar la vida de Cristo y la esperanza que el trae a nuestras
vidas, si todavía estamos muertos/as o moribundos/as, por causa del pecado. No
podemos celebrar la luz que brilla para mostrarnos el camino a la salvación y
la vida plena y abundante de Jesucristo, si todavía estamos viviendo en
obscuridad, por causa del pecado. No podemos celebrar la paz de Cristo, que nos
llega por medio del amor redentor Jesucristo, si todavía vivimos atados/as por
la amargura que produce en nosotros, una vida apartada de Dios. No podemos pretender
celebrar con gozo en la Navidad, si insistimos en entristecer al Espíritu con
una vida que no se rinde a la voluntad de Dios para nosotros/as.
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La
Natividad de Jesucristo, entre otras cosas, significa esperanza. Esperanza
que se hace real por medio del amor incondicional que Dios nos ha mostrado en Jesucristo,
y que se materializa cuando en humildad
confesamos nuestros pecados, y procuramos el perdón de Dios en nuestras vidas. Durante
esta época de Adviento….es tiempo de
escudriñar como estamos viviendo…es tiempo de preparar nuestros corazones. Es
tiempo de reflexionar sobre las decisiones
que hemos tomado durante este año. Nuestras prioridades y la manera en la que estamos administrando lo que tenemos. Oigan, y si vemos rastro de pecado en
alguna de estas áreas, TENEMOS que pedir perdón. Si realmente anhelamos
celebrar la esperanza de Jesucristo, tenemos que ver cómo están nuestras relaciones con los demás: nuestro seres
queridos, nuestros amigos, nuestros compañeros de trabajo, y nuestros hermanos
en la Iglesia,...y si sabemos o tan siquiera sospechamos que algo no está bien,
TENEMOS que pedir perdón. Sabiendo que Dios te ha dado dones y talentos para que seas esperanza en la vida de otras
personas, si no los estás utilizado fielmente,
o no has dedicado el tiempo o la energía
que Dios merece de ti, TIENES que pedir perdón. Si aun conociendo lo que Dios
espera de ti, lo que debes y no debes
hacer, has estado viviendo tu fe a medias, o solo cuando es conveniente,
haciendo cosas que sabes no agradan a Dios, TIENES que pedir perdón. Y si
todavía no le confías tu vida a
Jesucristo, y nunca has confesado tu necesidad de su amor y perdón - que
mejor momento para abrir tu vida al amor transformador de Dios…que mejor
momento para preparar tu corazón para recibir bendición, confesando tus pecados,
para que la esperanza de Jesucristo se haga una realidad en ti.
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El
perdón de Dios, es la llave que abre nuestros corazones a la esperanza de
Cristo, y endereza lo que el pecado ha torcido y dañado en
nuestras vidas. Pero, para que ese perdón se materialice en nuestras vidas - TENEMOS QUE PEDIRLO.
Durante esta época de Adviento, en la que nos
preparamos para celebrar la llegada de Jesús al mundo, nosotros/as también, al
igual que la gente del tiempo bíblico, TENEMOS que escuchar el mensaje de
arrepentimiento de Juan el Bautista. No es tan importante si celebras las
Navidades con muchas o pocas luces, con o sin un árbol de Navidad, con o sin
muchos regalos, con o sin fiestas grandes. Lo
que realmente es importante, es que preparemos nuestras vidas para que podamos
celebrar a Jesucristo, con corazones purificados por el PERDON de Dios. Para
que esto ocurra, para que la ESPERANZA de Cristo sea real en nuestras vidas -
el único camino es el ARREPENTIMIENTO.
Hoy, el Espíritu Santo nos está retando a renovar
nuestra relación con el Señor y procurar vivir de una manera diferente (que de
testimonio de tu arrepentimiento) – y que proclame la esperanza de Jesucristo,
en todo lo que somos y todo lo que hacemos. Solo así, al recibir el amor y la
esperanza de Dios, podremos celebrar con gozo y paz, en esta Navidad.
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Para que la Navidad tenga sentido - primero
tenemos que preparar nuestro corazón, y hacer espacio para que Cristo brille en
toda su gloria y majestad en nosotros/as y a través de nosotros/as. Hoy,
reclamemos la esperanza de Cristo en nuestras vidas - Preparemos nuestro Corazón.
ORACION: Señor,
es tan fácil a veces permitirle al coraje, la frustración, el miedo, y las
pasiones de este mundo tomar control de nuestras vidas y llevarnos a pecar
contra ti. Llegan momento donde nos parece que no podemos escapar esta manera
de vivir. Y en nuestra ansiedad, nos apartamos de Ti, y hacemos cosas que van
en contra de lo que tú nos has enseñado.
En este día, te pedimos que nos ayudes Señor. Sana nuestras vidas por medio de tu perdón. Concédenos la libertad que nos permite reclamar tu esperanza en todo lo que somos. Por medio de tu Espíritu Santo, abre nuestros ojos para que podamos verte amándonos, dirigiéndonos, restaurándonos y fortaleciéndonos. Perdona nuestra falta de fe, y nuestro orgullo, y una vez más acércanos a tu Luz, prepara nuestro corazón…acércanos a Jesús, AMEN.
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