Pasaje de la Biblia: Juan
20:19–31 | Hace poco leí una noticia muy
impresionante. Una madre iba en el auto con su única hija de regreso a la casa
luego de ir de compras, cuando de repente y de la nada, su auto fue impactado
fuertemente por un camión que había perdido el control debido a hielo en la
carretera.
La escena, como la describía
el reportero, era espantosa. El auto de esta mujer, fue arrastrado por más de
500 pies y luego dio unas cuantas vueltas y quedó de lado sobre el pavimento. Cuando el auto finalmente se detuvo, la mujer,
aun cuando estaba muy herida, se quito el cinturón de seguridad, e
inmediatamente fue al rescate de su pequeña hija. quien estaba atrapada en su
asiento de seguridad y no había manera de sacarla.
La mujer no podía esperar, la
vida de su hija dependía de que alguien actuara rápido. Sin pensarlo dos veces,
cuenta la noticia, la madre comenzó a empujar el auto para tratar de
enderezarlo. Y aun con unas cuantas costillas rotas, ella sacó las fuerzas (yo
pienso le fueron dadas por Dios), y logró milagrosamente voltear el auto y
sacar a su niña, tan solo unos segundos antes de que el auto se incendiara. Esta
mujer, con tal de salvar a su hija, HIZO LO QUE FUE NECESARIO – sin importar el
peligro que esto representara para ella.
Pienso que cualquiera de
nosotros/as hubiera hecho lo mismo ¿verdad? Y es que cuando realmente amamos a
alguien, nos damos por completo, y hacemos lo que sea necesario para que estén
seguros, y puedan ser felices – aun si lo que hagamos representara sacrificios
para nosotros/as mismos - ¿verdad que sí?
En estos días estuve en
Washignton DC, haciendo ministerio de abogacía a favor de la comunidad migrante
pidiendo por una reforma migratoria justa y mantenga las familias unidas. En
una de mis conversaciones, un compañero de ministerio me preguntó porque yo
hacía lo que hacía sobre el tema de inmigración. Mi respuesta fue rápida, y sin
pensarlo dos veces le dije: “porque soy
padre, y esposo y al ver lo que mis hermanos/as migrantes hacen por sus
familias, pienso que si yo me viera en sus circunstancias yo también haría lo
que fuera necesario para proveer a sus necesidades, aun si eso involucrara
cruzar una frontera humana sin documentos. Yo haría lo que fuera necesario por la
felicidad de mi familia”.
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El pasaje que leímos hoy en Juan
20:19–31, está directamente relacionado con lo que les he estado comentando –
pero ahora, en relación a como Dios hace a favor nuestro lo que sea necesario
para que podamos experimentar la plenitud de Su amor en nuestras vidas. Como
nos dice Juan, ya era de tarde en el día en que Jesús había resucitado – y había
una gran conmoción en el pueblo. Pero, los discípulos de Jesús, ante la
noticia, y por miedo a lo que las autoridades religiosas pudieran tratar de
hacerles, se habían encerrado en una casa. Jesús, conociendo el corazón de sus
discípulos, lleno de amor, se les apareció en la casa donde estaban escondidos
y les: i) ministró Su Paz, ii) les dio evidencia de que realmente estaba vivo, iii)
y les llenó con el Espíritu Santo para darles fuerzas y ánimo hacia el futuro.
Jesucristo, HIZO LO QUE ERA NECESARIO para traer
bendición y calmar el temor de sus discípulos. Pero, pasaba algo, uno de los
discípulos, Tomás, no estaba entre el grupo cuando Jesús se apareció. Entonces,
cuando Tomás llegó, lo más seguro todo lleno de miedo, ellos le contaron eufóricos
lo que había pasado – pero Tomás, quien no había visto lo que ellos habían
visto – NO LES CREYO.
Diferente a la tendencia de
muchos sectores de la iglesia que utilizan este pasaje de la Biblia para
desacreditar al pobre Tomás, y para maltratar a la gente por su falta de fe, yo
creo que el propósito del mismo (sobre cualquier otra enseñanza que podamos
extraer), es ayudarnos a comprender mejor que Dios, en su gracia, SIEMPRE HARA
LO QUE SEA NECESARIO para que nosotros/as podamos creer y confiar en Su amor. Si,
Tomás no creyó, pero la Biblia nos aclara que EL QUERIA CREER (vs 25).
Nos dice Juan, que en otra
ocasión, Jesús volvió a aparecerse a sus discípulos, y esta vez Tomás si estaba
presente. Pienso que si Jesús hubiera querido castigar a Tomás por su falta de
fe, tal vez no le hubiera permitido que lo viera (aun si los otros lo pudieran
ver). Sin embargo, dice la Palabra, que Jesús, se presentó y le ofreció a Tomás
la oportunidad de tocar su costado y meter sus dedos en sus manos para que
pudiera CREER en su Resurrección. Jesucristo, una vez más, ahora a favor de
Tomás, HIZO LO QUE FUE NECESARIO, para que el pudiera creer, y para que la paz
y esperanza que llenaba a los otros discípulos, también fuera una realidad en
su vida. Ante este gran acto de amor de parte de Jesús, la respuesta de Tomás
fue creer, pues el exclamó: “¡Señor mío y Dios mío!”. Su fe se reavivó y se fortaleció.
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Todavía Jesucristo, se
presenta a nuestras vidas, Y HACE LO QUE SEA NECESARIO, para que nosotros/as
podamos creer y CONFIAR en Su amor. Por medio del Espíritu Santo, la promesa de
Cristo presente en nuestros tiempos, todavía podemos recibir la paz, y la
evidencia de la presencia de Dios en nuestras vidas. Si hay luchas dentro de
ti. Si hay dudas, si los problemas te provocan miedo o inseguridad, o hay
incertidumbre sobre el futuro - No te escondas, sino VEN A LOS PIES DE JESUS,
compártele tu preocupación, Y EL HARA LO QUE SEA NECESARIO PARA QUE RECIBAS SU
BENDICION EN TU VIDA.
El Apóstol Juan nos aclara en
el vs31 que estas cosas no fueron escritas para condenarnos o señalar nuestra
incredulidad. Por el contrario, el dijo: “…éstas se han escrito para que
ustedes crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que al creer en
su nombre tengan vida”.
DIOS CONOCE NUESTRA NECESIDAD – y hará lo que tenga
que hacer para bendecirnos con Su Paz. Como dice Mateo 7:11, si
nosotros/as en nuestra fragilidad humana, sabemos dar cosas buenas a quienes
amamos, ¡cuánto más nuestro Padre
que está en el cielo dará cosas buenas a los que le pidan y confíen en Su amor!
Oremos: Señor,
confesamos que muchas veces, al igual que Tomas, queremos pruebas para creer.
Queremos pruebas para creer que alguien nos ama. Queremos pruebas para confiar
en las personas. Queremos pruebas que nos ayuden a creer que todo estará bien
en el futuro. Incluso, requerimos pruebas para activarnos en el servicio a
nuestro prójimo a través de Tu Iglesia.
A veces es tan fácil
señalar la incredulidad de Tomás, quien fue sincero sobre sus temores – por
esto perdónanos. En este día habla a nuestro corazón con las mismas palabras que
compartiste con tus discípulos ante su miedos y temores “MI PAZ SEA CON
USTEDES”.
Señor perdona nuestra
falta de fe. Perdónanos por las muchas veces, que controlados por el miedo y la
incredulidad, hacemos cosas malas e hirientes. También sana las heridas que el
miedo ha provocado, y átanos a Ti con lazos de amor y compasión.
Finalmente, ayúdanos a
poner TODA nuestra confianza en ti – para que siempre te podamos amar con todo
nuestro corazón, toda nuestra mente, y todo nuestro ser; y también podamos amar
a los demás, como Tu demandas de nosotros/as. Te pedimos todas estas cosas, en
el dulce y santo nombre de Jesús, quien es nuestra paz – AMEN.
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